14. Rusia I

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RUSIA I

Tuve que posar en algunas fotografías junto a Alexander para Instagram. Él tiene mi misma edad, mechones rubios, ojos negros y es más alto que Federer. Sin embargo, nada de él es atractivo. No tiene ni la mitad de todo lo que tiene Federer. Y no está bien compararlos, pero me gustaría que todos los hombres de este mundo fueran Federer.

Al cabo de unos días, Federer volvió a comunicarse conmigo y con mi padre para avisarnos que fui invitada al torneo St. Petersburg Ladies Trophy ubicado en Rusia.

―No, de ninguna manera ―dijo mi padre cruzando sus manos y apoyándolas sobre la mesa redonda donde estamos ubicados Federer, él y yo―. Nos separamos de Rusia porque odiamos ese país. No estoy dispuesto a que mi única hija regrese a Rusia.

¿Regrese? No creo haber visitado jamás Rusia.

Federer y yo nos miramos, y nos mantuvimos la mirada durante varios segundos, creo de alguna manera los dos nos estamos preguntando cosas. Pronto, él regresó a mi padre:

―Señor, con todo respeto, los mejores torneos intermedios de Tenis, están en Rusia. Y Rybana tiene una gran oportunidad de llegar a la final...

―Yo sé lo que te digo. Rusia no es una opción.

Federer me miró nuevamente, y creo que esta vez está esperando algo de mí.

―¿Qué hay de Dubái? ―vuelve a sonreír mi padre―. Le exigí el calendario al presidente de la Federación de Tenis, y me dijo que hay un máster en Dubái dentro de un par de semanas. Yo me encargaré de que Rybana ingrese al torneo sin necesidad de sumar puntos o hacer las clasificaciones, después de todo, los organizadores me deben una.

―La idea, señor, o al menos mi idea, era que Rybana probara confianza en Rusia en el torneo intermedio, y que a la siguiente semana se trasladara a Dubái para tener la suficiente experiencia en el máster.

―Mi idea, es que simplemente se dirija a Dubái. ¿Ya has visto cómo le fue en Australia? No necesita probar confianza o experiencia.

Federer sonrió amablemente, guardándose las palabras que le gustaría responder.

―Bueno, si eso es todo, los dejaré para que entrenen ―dijo mi padre retirándose.

Es la segunda vez que Federer está sentado en la mesa del jardín de mi casa, tomando una taza de té y desviando su vista en mis hermanos bastardos que caminan por el terreno removiendo tierra y mejorando las distintas canchas de Tenis que mi padre ordenó estas últimas semanas.

Aquí, en Kazaja, cuando regresé después de perder en la cuarta ronda de Australia Open, me recibieron con flores en el aeropuerto y hasta había personas de todo tipo de edades pidiéndome autógrafos.

No tenemos celebridades aquí, ni cantantes, ni políticos importantes, ni menos deportistas, por lo que soy el nuevo rostro de todos los canales de televisión nacional.

No voy a mentir ni fingir que ahora mi vida tiene más color. Sin embargo, hace quince minutos, Federer aterrizó en mi casa, y su propuesta fue totalmente negada por mi padre, entonces creo que, las cosas no cambiaron, y puede haber más color, pero sigo sintiéndome en el mismo lugar de siempre.

―No hablaste ―dice Federer luego de que mi padre se retira hacia dentro de la casa.

―¿Qué cosa?

―No hablaste cuando tu padre decidió por ti. Nunca hablas cuando él decide por ti.

―¿Qué se supone que debo hacer?

―Hablar, tomar decisiones, creer en lo que es mejor para ti, y aplica tanto en tu vida personal como en el Tenis.

―Tú tampoco hablas ―me crucé de brazos, y lo miré fijamente―. Noté cómo guardaste tus palabras.

―Es fácil decirlo, pero cuando tienes frente a ti a un hombre de mala reputación y que fue un dictador que ahora está tratando de regresar al poder con el deporte de su hija mientras sus bastardos caminan alrededor tuyo... Bueno, entonces no es tan fácil.

―Imagínate ser su hija.

Y esta vez es la primera vez que lo digo en voz alta.

―Ahora tengo que fingir que estoy enamorada de Alexander Saenzko. Tengo que fingir que soy buena jugando. Tengo que fingir que estoy cómoda aquí, viendo a mis hermanos no reconocidos armando mis canchas de entrenamiento. Y ahora tengo que fingir que...

Que nunca conocí a Michael.

Federer se levantó de la silla, me brindó una raqueta y me sonrió.

―Vamos a entrenar, y a dejar de fingir. Al menos por un rato.

Le sonreí tímidamente, tomé la raqueta y me levanté de la silla para seguirlo.

Caminamos empujándonos con nuestros hombros de forma suave y con pequeñas risas hasta llegar a la cancha de pista dura. Bajé mi cabeza al notar uno de mis hermanos en la puerta, barriendo y quitando las telarañas del suelo.

―Hola ―dijo Federer.

Levanté mi cabeza sorprendida. Mi hermano ―que no sé su nombre― también se mostró sorprendido.

―¿Quieres ayudarme a preparar el lanza pelotas y demás?

Mi hermano asintió.

Pronto estábamos los tres entrenando, a las risas y como si fuéramos amigos de toda la vida. No sabía que iba a dejar de sentirme incómoda con un hermano no reconocido de forma tan... Fácil. Y es que Roger Federer hace que todas las cosas de mi vida, de repente, parezcan más fáciles de lograr y hacer.

Terminamos a medianoche comienzo pizza y cerveza. Los tres. Sentados sudados en la pista, riendo y contándonos anécdotas.

―Por cierto, me llamo Leo ―dijo mi hermano, y me miró de manera directa.

―Rybana ―respondí.

―Roger Federer.

Los tres estallamos a reír.

En la noche, Roger durmió en la habitación de invitados, y yo en la mía. Me sentí algo culpable de que Leo se retirara a su humilde hogar, pero no puedo hacer nada al respecto. Mi padre me gritaría y diría de todo si lo encontrar bajo nuestro techo.

Al siguiente día, cuando desperté, me encontré en el living a Federer desayunando amigablemente junto a mi padre.

―...Le prometo que, Rybana estará bien.

―No quiero que ella viaje a Rusia, ni menos sin mi presencia.

―Si le preocupa su seguridad, puedo...

―Roger, agradezco todo lo que haces por ella, la has dotado de talento ―sonríe―. Pero no olvides que es la hija de una persona poderosa, y que cualquier...

―Tengo dieciocho años ―dije dando un paso adelante, sorprendiendo a ambos―. Creo que puedo opinar.

Roger me brindó una media sonrisa.

―Quiero hacerlo ―dije finalmente―. Quiero ir a Rusia.

―No ―niega mi padre con su cabeza.

―Iré igual ―casi estoy temblando.

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora