38. Cincinnati Open II

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Cincinnati Open II

Me abrí paso hasta Cuartos de Final, donde me encontré a Elena Penko de rival.

―La venciste una vez, sabes cómo hacerlo.

―Profundidad y tiros largos ―dije.

―Exacto ―asintió Federer, caminando a mi lado―. Y recuerda, que la pelota no pique de tu lado doble vez.

―Sí.

Ingresé a la cancha con todas las butacas llenas aplaudiéndome. Escuché a los periodistas de TyC Sports y ESPN diciendo que es la primera vez en el torneo que un partido femenino llena tanto... Pero que no se debe a mi rivalidad con Elena Penko sino únicamente a mí.

Elena apareció con uniforme deportivo multicolor y fluorescente, mientras que por mi lado, tengo un abrigo deportivo de muñeca a muñeca amarillo y falda turquesa ―del mismo color que mis ojos según Ryan y Hugh―.

Comenzamos el partido y antes de sacar volteo a ver a Federer quien ya está sentado en su butaca firmando autógrafos de fanáticos que están sentados alrededor. Él se muestra fresco y positivo. Yo estoy muerta de nervios. Tengo más nervios ahora que la final de Grand Slam de Roland Garros.

―Tranquila ―me susurra a lo lejos, puedo leerlo.

Tragué saliva y asentí. No había tomado dimensión de que estoy a tres partidos de convertirme en la número uno... Hasta ahora.

Vuelvo mi cabeza al saque y lo hago bien, logro defender mi servicio, luego es el turno de ella y se muestra un poco mejor que la última vez que jugamos. Ha mejorado y hoy quiere ganar, no me quiere dejar el camino libre hasta ser la número uno.

Empatamos 1 – 1. La veo segura y decidida, casi con la misma mirada de la primera vez que nos conocimos ―donde ella era superior―, pero casi.

Siguiente servicio. Me cuesta seguirle el ritmo, ella defiende mis saques y me debilita. Empatamos 40 – 40, y entre los nervios y los gritos del público, pierdo mi servicio.

Insulto al aire sin demostrar demasiado a las cámaras y miro a Federer.

―Tranquila ―vuelve a pronunciar.

Pero no estoy tranquila.

Me siento en mi banco, justo un asiento delante de Federer, y él pronuncia detrás de mí en voz baja:

―Debes tranquilizarte, porque de manera contraria, perderás.

Tiene razón. Si no me calmo ahora, quedaré fuera. Así que respiro profundo, recuerdo los consejos de Edward ante una situación de estrés y nervios, y poco a poco me calmo. Regreso a la cancha fresca y casi sin memoria de que estoy perdiendo.

Juego como si estuviese ganando, lanzo como un animal pelotas imposibles de responder y defiendo mi servicio.

―¡Rybana Satek acaba de regresar a la cancha! ―dice irónicamente uno de los periodistas.

Sonrío para mis adentros y en el siguiente servicio, quiebro a Penko. Ahora vamos 2 – 2. Recupero mi saque una vez más, y ella también, y ahora es un 3 – 3.

Me siento a descansar, y esta vez ya sé a dónde tengo que ir. Federer ya no me dice nada, solo sonríe orgulloso de que poco a poco necesito menos de él y más de mí.

Me planteo una estrategia de tomar más riesgos para poder quitarle el servicio, y cuando regresamos a la cancha, el 3 – 3 se convierte en un 4 – 4 y luego en un 5 – 4 a mi favor. Estoy a un punto de ganar el set.

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora