57. Golpe de Estado

75 8 6
                                    

57

Golpe de Estado

Los días pasaron como hojas de libros, digo, de una manera tan rápida que casi olvido que estoy embarazada. Lo único que me recuerda mi embarazo son las náuseas, los mareos, y el creciente abdomen que semana a semana se extiende más y más.

No he conseguido nuevo entrenador, pero Roger me ayuda a ejercitar lo «justo» y «necesario» según sus palabras. Honestamente, me gustaría entrenar duramente como solía hacerlo antes de estar embarazada.

Hoy decidí regresar a Kazajistán, y no tardé en tomarme un avión privado dejando a Federer en Suiza junto a su otra familia. En el momento que lo despedí en el aeropuerto, me dijo:

―Una vez que tomes este avión, ya no podrás subirte a otro.

―¿Por qué?

Él levantó sus cejas sorprendido ante mi respuesta.

―Porque estás embarazada, después del mes seis ya no puedes subirte a un avión, perjudicará la salud de tus bebés.

―Ah. ―«no me importa» es lo que tendría que haber contestado―. Nos vemos pronto.

Besé su mejilla y me dirigí al avión.

Horas más tardes, ya estaba en casa, con mis gatos y mis libros. Mis ventanas de habitación se llenaron de gotas de agua ante la intensa lluvia, y no pude evitar asomarme sobre ella para observar el paisaje oscuro y gris del día. No tardé en preguntarme qué estaría haciendo Michael... Probablemente mirando una película con otros niños del orfanato, o leyendo alguna historia de las muchas que le regalé. Me gustaría pensar que no sufre, que es feliz, pero claramente es infeliz con el simple hecho de no conocer a su madre... Así es como yo me sentí toda mi vida.

―¿Rybana?

La voz de mi padre me obliga a girarme hasta él, y le sonrió para luego dirigirme a su lado y abrazarlo.

―Qué suerte que estás aquí.

Lo miro extrañada. Me alejo después de soltarlo y noto sus ojos brillosos. Él dirige su mirada a la ventana, como si no pudiera mirarme.

―¿Qué sucede? ―le pregunto.

―Debemos irnos. La oposición de mi gobierno organizó un golpe de Estado.

―Pero... ¿Y tus fuerzas?

―Han sido compradas.

Miré mi habitación con una angustia en mi garganta convirtiéndose en una gran pelota difícil de tragar. Mi padre me preparó desde pequeña para una situación así, y sé que debemos dejarlo todo.

―Despídete de quienes merezcan un saludo tuyo ―dice él, casi lagrimeando―. Y llévate las cosas que más aprecias. Nos iremos a Estados Unidos.

Dicho esto, se retira y me deja a solas. Me siento en la punta de la cama y sigo mirando la ventana llena de agua... ¿Qué voy hacer con Michael? No lo puedo dejar aquí, nadie le dará las comodidades que yo le doy. Pero, ¿Cómo lo quito del orfanato? Me denunciarán.

―¡Papá! ―me levanto de la cama y me dirijo al piso de abajo, donde mi padre se encuentra con un par de guardaespaldas guardando sus cosas en una valija―. ¡Papá! Necesito llevarme a... Ya sabes quién.

Mi padre deja de hacer todo lo que está haciendo y me mira incrédulo.

―¿En serio? Nunca lo quisiste y de repente...

―No puedo dejarlo aquí. Sé que nunca me dejarán volver a entrar al país y... Yo no puedo pasar mucho tiempo sin saber de él, ni verlo.

―Pues, no hay forma. La única forma es adoptándolo, pero no puedes adoptarlo en un mismo día y llevártelo.

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora