21. Laver Cup

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Laver Cup

ESPN, en vivo:

―Rybana se convierte en la número 102 del mundo después de ganar el Máster de Dubái, ¿Qué sensaciones tenemos, Roger?

―Bueno, una joven muy sólida, inteligente a la hora de elegir sus jugadas, con fuerza y velocidad, y siempre atenta a cada detalle. Me llama la atención la oscuridad de sus ojos cuando está a punto de ganar.

―Es cierto, sus ojos manejan una concentración y frialdad increíble cuando está en Match Point.

―No es menor decir que, Roger Federer publicó una historia en Instagram de la joven levantando el trofeo de Dubái, y describió en ella «Enhorabuena, Rybana».

―Wow, que el GOAT del tenis se fije en una jugadora que apenas está apareciendo en el circuito explica que hay mucho potencial en ella.

―Sin dudas.

«Gracias, ¿Hay alguna posibilidad de volver a entrenar contigo?» le contesté la historia a Roger Federer por mensajería interna

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«Gracias, ¿Hay alguna posibilidad de volver a entrenar contigo?» le contesté la historia a Roger Federer por mensajería interna.

Apagué mi teléfono y continué entrenando.

Hace dos días que gané el Máster de Dubái, me dio los suficientes puntos para ahora encontrarme en las 102 mejores del mundo, y también la suficiente importancia para que el ambiente del tenis comience a hablar de mí.

―Tiene saques tan veloces, que el otro día tuve una pesadilla donde ella me ganaba todos los puntos ―escuché a una de las jugadoras hablando con su entrenadora por los pasillos del hotel.

Así que, mi vida no volvió a ser la misma. Ahora tengo doscientos mil seguidores en Instagram, cuentas de Twitter que me fanatizan como «@RybanaFan», «@RybanaTheBest», «@Rybanalovers», «@RybanaQueen» y demás. Los medios de comunicación también hablan más seguido de mi aparición en el circuito, se preguntan quién me entrena, quién me maneja los sponsors, por qué no accedo a dar entrevistas, y poco a poco están comenzando a descubrirme.

Por el otro lado, de Alexander no tengo noticias, solo que fue su nombre fue registrado en el ejército ucraniano. Tampoco de Michael, solo que, mañana comienza a estudiar.

Así que, ya de regreso en Kazajistán, me tomé un breve descanso del entrenamiento que hago a solas para cocinar un pastel de cumpleaños y enviarlo a donde Michael se encuentra.

Y a eso de las cinco de la tarde, cuando estaba leyendo un libro, recibo la notificación de Federer respondiéndome el mensaje:

«¡Rybana! Espero te encuentres bien. La semana que viene anunciaré mi retiro, y será en la Laver Cup. Me gustaría verte allá. Estás invitada».

La Laver Cup llegó

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La Laver Cup llegó.

Y aunque los fanáticos lloraron y maldijeron que Federer se retira, él no cambió de opinión. En su conferencia de prensa afirmó ya no estar al mismo nivel tenístico de siempre. Yo sé que no es cierto. Lo he visto jugar conmigo miles de veces, y sigue jugando tan bien como cuando tenía veinte años, la diferencia es que su cabeza ya no tiene intenciones de seguir sometiéndose a este estrés.

Fui vestida de jean y saco marrón, y automáticamente mostré mi acreditación y me enviaron a uno de los asientos asignados. Es la primera vez que voy a ser espectadora de un partido.

Escucho los nombres de Novak Djokovic, Rafael Nadal, Roger Federer y demás sonar por el megáfono, y al rato, aparecen los jugadores siendo ovacionados por el público.

Federer se muestra algo emocionado, pero enfría su mirada y comienza a entrar en calor para jugar su último partido.

Sé que no debería pero de igual manera intento localizar a su esposa entre las butacas de los invitados ―o exesposa, no estoy segura en qué terminó todo aquello― y no la encuentro. Sin embargo, encuentro a la novia de Novak Djokovic: Paris Waters. La joven rubia de ojos grises me observa como si todos aquí fuéramos un estorbo.

Ella, Paris Waters, es conocida por ser la Hermana Dorada, una tenista que empezó en dobles mixtos junto a su hermano. Y como ambos tienen cabello dorado, entonces recibieron el apodo de Hermanos Dorados. Jamás jugué contra ella ni tampoco la he visto cerca de los torneos, pero sé que pronto me dará dolores de cabeza.

Federer no logra verme, ni tampoco parece interesado en buscarme, solo prepara sus cosas junto a Rafael Nadal y comienzan un partido de dobles masculino contra el equipo rojo.

El partido comienza y siento cada pelota como si fuera mía, y me doy cuenta que pienso de la misma manera que Federer cuando me digo a mí misma «Bien, esta pelota yo la respondería así...» y Federer la responde tal cual lo pensé.

Se nota que está disfrutando su último partido, y a pesar de que está perdiendo, noto sus ojos humedecerse y sus labios esconder aquella brillante sonrisa, y el juez dice:

―Match Point.

Punto de partido, y el equipo de Federer pierde. Aun así, se abraza con Rafael y con los demás tenistas para luego desagarrarse en lágrimas emocionantes mientras el público se pone de pie para aplaudir el último día de Roger Federer en la cancha.

Y yo también me levanto y aplaudo, y lo veo ahí, en medio de todos sus compañeros ―y antiguos rivales―, sonriendo y tratando de contener el llanto, y sé que él puede fingir que finalizó todo lo que tenía para dar, pero dentro de él sabe que jugaría diez años más si pudiera.

Y todo lo que conoce, sabe hacer, y es parte de su vida diaria, se está yendo en este momento.

El peso de sus emociones hace que sus hombros se achiquen lentamente, y creo que soy la única que lo noto. Sin más qué decir, me desvío de las butacas, salto la valla, muestro mi acreditación a la seguridad, y camino en pasos rápidos hasta él.

Federer no termina de girarse cuando lo rodeó del cuello y lo abrazo. Y en estos microsegundos pienso que tal vez no debería exponerlo así, porque él dejó en claro que prefiere mantener oculta nuestra relación de entrenador y jugadora, pero me relajo cuando siento sus enormes manos atravesándome la espalda. Le beso la mejilla dulcemente cuando siento sus lágrimas salpicarse en mi hombro.

Y están todas las cámaras, tenistas y periodistas alrededor nuestro mientras preparan la cancha para la ceremonia, y a mí no me importa, y a él tampoco. Los dos sabemos ahora que nuestra relación acaba de fortalecerse.

Y también entiendo que todos esos pensamientos de culpa que sentí estos últimos días respecto a mi beso con Federer, ahora no tienen sentido. Es hora de aceptar, entonces, que sufro más en mi imaginación que en lo que realmente sucede.







Ilustración de hoy:

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La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora