48: Australia Open II

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AUSTRALIA OPEN

Federer tenía razón. Seguí todos sus consejos contra Gauff, y a pesar que él no estuvo sentado en la tribuna ―ni en ningún lado―, gané el partido con una amplia sonrisa. Todavía no estoy a mi mejor nivel, pero estoy regresando.

Tanto los periodistas como los espectadores se muestran positivos y con esperanzas ante mi clara evolución de la primera a la segunda ronda, y tal vez Federer tiene mucho que ver en eso, pero, al fin y al cabo, la que juega soy yo.

La que ha estado prendida fuego es Paris Waters, quien nunca fue demasiado buena en las canchas rápidas pero ahora parece que sí. No le basta con ser la nueva número dos del mundo, ella quiere mi lugar... Y no estoy dispuesta a dárselo.

Regresando al hotel, con mis pies hinchados, la toalla al hombro y el bolso de raquetas en el hombro restante, paré mi caminata justo en la entrada cuando vi a Federer sentado en uno de los sofás de la recepción, tomando un café y mirando la pantalla de su teléfono.

Puedo hacer dos cosas: correr a mi habitación, bañarme y no volver a salir o correr hasta él y sentarme a su lado sin saber qué decir ni hacer.

Debería elegir la primera pero... Mis piernas van hasta él, y a pocos pasos de distancia, él levanta su vista enseñando aquellos ojos oscuros que alguna vez me cautivaron. Me siento frente a él soltando los bolsos al suelo, y observo la baja mesa que nos divide tratando de evadir su mirada.

―¿Supongo que estás en tercera ronda?

Asiento con mi cabeza.

―Me alegro. No he visto el partido, de hecho, estoy esperando que me llamen del aeropuerto para poder irme.

Recuerdo la vez que me ayudó a salir de Rusia, cuando la guerra estalló y éramos él y yo y nadie más.

―Gracias ―dije sin poder mirarlo a los ojos―. Tus consejos me sirvieron hoy.

―Me alegro ―puedo sentir su sonrisa escondida incluso sin verla―. Me alegro tanto que no me gustaría irme.

Lo tengo bien en claro: siempre que gano un partido, festejamos follando. Pero no sé a qué está jugando, siendo que, cuando recibí la peor noticia de mi vida sobre mi pasado, él desapareció.

―Tal vez deberías ―respondo.

―¿Debería? ¿Segura?

Dejo de escuchar cuando oigo una voz conocida detrás de mí:

―¿Rybana?

Giro mi cuerpo, al igual que Federer, y veo a Axl, allí, parado en el ascensor, sosteniendo la puerta con su mano para que no se cierre.

―¿Vienes?

Creo que él tiene ganas de festejar también.

Vuelvo a Roger, quien me mira desconcertado, y esta vez sí lo miro directo a los ojos. Nunca lo he visto tan sorprendido, ni siquiera cuando la guerra estalló o cuando mi padre lo amenazó de muerte.

―Sí, creo que deberías irte ―le respondo y vuelvo a tomar mis bolsos.

Él no responde, se queda sentado, casi congelado, como si le hubiese lanzado un balde agua fría que lo paralizó completamente.

Me levanto, y camino hasta Axl. Ingreso al ascensor con una sonrisa y él me besa los labios. Las puertas se cierran lentamente y la figura de Federer desaparece de mi vista.

No quiero hacer el amor con nadie más que Roger Federer, no quiero pensar ni besar a nadie que no sea él, pero estoy tan... Insegura y enojada con lo que hizo, que no puedo simplemente traicionar a ciertas emociones para complacer a otras.

Gané la tercera, octavos y cuartos de final del torneo, pasando ahora a la semifinal donde me enfrentaré a Ons Jabeur

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Gané la tercera, octavos y cuartos de final del torneo, pasando ahora a la semifinal donde me enfrentaré a Ons Jabeur. Del otro lado, Paris Waters también está avanzando convirtiéndose en una jugadora cada más segura y más rápida.

Yo he avanzado lo suficiente, pero sigo sin encontrar mi mejor nivel. El último partido fue un sufrimiento constante. Mi rival me llevó a niveles de exigencia que antes podía lidiar, y ahora me cuestan, y aun así, lo logré... Significa que todavía tengo más para mejorar.

Y, cada vez que regreso de la cancha e ingreso al hotel, Roger está ahí, sentado en el mismo lugar, tomando café y leyendo la pantalla de su teléfono. A veces levanta su vista y me saluda con su mano, a lo lejos, a lo que respondo con una disminuida sonrisa, pero otras veces finge que no me ve, y yo finjo lo mismo.

He estado encamándome con Axl casi todas las noches, siempre pensando e imaginando a Roger arriba mío, dedicándole todos mis orgasmos y llorando cuando acabo porque caigo en la realidad de que no es él.

Pero hoy es distinto. Porque hoy es la semifinal, y los nervios me están consumiendo de tal manera, que desperté con vómitos y descomposturas.

Edward tuvo que llamar al médico de la WTA para que me revise y me ofrezca alguna medicación, pero yo estoy negada a permitir que una descompostura afecte mi juego y el torneo. No quiero generar ningún tipo de alboroto en mi cabeza. Saber que estoy descompuesta solo hará que ingrese a la cancha sabiendo que tengo una debilidad, y eso no es justo para mi salud mental.

Sin embargo, cuando el médico tocó la puerta y le abrí, no solo me encontré con él sino que también con Roger, quien se muestra neutral, como siempre, pero estoy segura que en realidad está preocupado.

¿Acaso nadie vomita de nervios cuando tiene una semifinal tan importante?

Comenzamos con preguntas y luego chequeos, donde Roger no separó sus ojos de mí, observó cada detalle y analizó cada palabra del doctor como si fuese un marido, un padre, un entrenador, un... ser que me ama desde todas las facetas posibles, preocupado por mi salud y por mí. Y creo que tiene un veredicto.

―Bueno, Rybana, mañana haremos estudios más certeros para poder determinar si es una simple descompostura de nervios o algo más ―dice el médico levantándose con una sonrisa.

Le tomo la mano y le devuelvo la sonrisa, para luego despedirlo.

Lo acompaño hasta la puerta, notando que Roger nunca se levanta del sofá de la pequeña habitación, y cuando cierro la misma, Roger se levanta y me mira decepcionado.

―¿Qué? ―le digo volteando hasta él.

―¿Hace cuánto estás saliendo con Axl Rose?

―¿Y eso te importa porque...?

―¿Acaso no lo ves?

―¿Qué cosa?

―Me importa porque estás embarazada, es bastante obvio.

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora