55. Miami Open

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Miami Open

Por la mañana, antes del comienzo de Miami Open, Axl me invitó a correr alrededor de la ciudad. Acepté ―a pesar de que Roger se mostró incómodo al enterarse― y ahora estoy aquí junto a él. Ambos llevamos nuestras prendas deportivas y sudor en nuestras frentes de tanto correr. No hemos hablado desde que comenzamos, pero ahora que bajamos el nivel de trote, parece el momento indicado.

―¿Ya has pensado en los padrinos? ―pregunta Axl algo agitado.

―Ni siquiera he pensado en los nombres ―respondo.

―Tenía ganas de elegir a los padrinos.

―Me gusta el nombre Marina ―cambié de tema―. Para la niña.

―¿Y para el niño?

―Elige tú.

―Will. Me gusta William, como mi padre.

Asentí con mi cabeza, conozco a su padre, ha sido un gran tenista y siempre se mostró amable. Será un buen abuelo, tal vez el abuelo que Michael nunca va tener.

―Bien, y sobre los padrinos...

―No quiero hablar de eso ahora ―dejé de correr, agotada.

Axl me observó sorprendido y dejó de correr, acomodándose a mi lado.

―Jamás haces menos de cinco kilómetros.

Lo miré casi sin aire, y bajé mi cabeza hasta el suelo, tratando de no marearme.

―Llevo dos fetos en mi vientre, es difícil ―dije con la voz algo entrecortada.

―¿Y cuándo tendrás que dejar de jugar?

De repente, recuperé el aire casi inmediatamente y levanté mi vista hasta él sorprendida por su pregunta:

―¿Disculpa?

―¿Que cuándo tendrás que dejar de jugar?

―¿Nunca?

―Digo, por el embarazo.

Oh. Casi lo olvido. Cierto que llega un momento que las embarazadas ya no pueden hacer fuerza o ejercicio físico exigente. Mi médico me lo dijo hace poco, pero en mi cabeza estaba pensando en todos los ejercicios que podría estar haciendo en lugar de estar en el consultorio.

―Espero poder jugar hasta el último minuto de embarazo ―respondí.

A Axl no le gustó aquella respuesta, pude notarlo, pero fingimos no haber hablado de esto y continuamos corriendo el último tramo.

Minutos más tardes, cuando llegamos de regreso a la puerta del hotel, tuve que recostarme en la acera fría del suelo ya que mi piel comenzó a arder. Es la primera vez que me sucede algo así. Siento hasta náuseas. Y mis piernas parecen dos troncos que no se pueden mover, quedé totalmente inmovilizada. 

―¿Rybana? ―pregunta Axl.

―Estoy bien.

Él, nuevamente, se sienta a mi lado y me observa sin decir nada.

―¿Sabes? Creo que tú deberías elegir los padrinos. Yo no. No tengo amigos, ni personas cercanas. Tú sí.

Axl asintió y respondió:

―Genial, porque iba a decirte que Paris Waters es mi mejor amiga y la quiero como madrina. Espero que no te moleste.

No, la mierda.

―¿Qué? ―me levanto del suelo automáticamente y lo miro disgustada―. Entre todas las personas del mundo que puedes elegir: ¿Justo la tienes que elegir a ella? ¡No, elige a otra!

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora