13. Alexander Saenzko

160 20 9
                                    

13

Alexander Saenzko.

Por supuesto que no soporté.

Nos enviaron a la cancha cerca del tren, donde jugué en las clasificaciones, pero esta vez con butacas completas. No sabía que las personas estaban interesadas en mi juego hasta que anoche recibí un mensaje de mi padre:

«¡Todos quieren conocer a la nueva estrella del Tenis que está venciendo a las mejores del mundo! ¡Qué vergüenza que te envíen a una cancha de pocas butacas y que no tiene transmisión por televisión! De esta manera jamás conocerán nuestro país».

Federer no apareció.

Y hace varios días que no lo veo. Según mi fisioterapeuta, que también es fisioterapeuta de Federer, él abandonó Australia Open y no planea presentarse a ningún torneo, por lo que no debe ser visto deambulando por aquí ya que se supone que está «entristecido y lesionado» por no poder jugar.

Penko me hace recordar todo lo que yo era hace dos semanas atrás, cuando no podía manejar la pelota, cuando Sharapova me aseguraba que tenía que encontrar seguridad en mí, y cuando ni siquiera podía sostener la mirada de las personas.

Esta vez es diferente.

Pero hay algo con Penko que... El aire simplemente se retira de mi cuerpo.

Jugamos muy parejo, y según algunos espectadores no tengo nada para «reprocharme», pero Elena sacó ventaja en los tiebreak ―algo que Federer nunca me enseñó a manejar―, y me ganó 7 – 6 y 7 – 6.

Perdí por muy poco, aunque no pude demostrar el mismo nivel que tuve con Serenka y Williams. No sé qué me sucedió. Tenía la leve impresión de que Penko me atraería problemas.

No tardé en llegar con lágrimas al hotel, sintiendo todavía la injusticia de haber estado tan cerca de pasar a la siguiente fase, y al prender el televisor me encontré con Jack y Roger en ESPN hablando de mí:

―¿Se dan cuenta? Pusimos fe en esta jovencita, y terminó siendo igual que todas las jugadoras de la WTA. ¡El Tenis femenino es inconsistente!

―¿Cómo es posible que Rybana venció a la número dos del mundo y a la mejor de la historia, pero no pudo vencer a una tenista amateur que recién comienza su carrera y que, encima, se conocen de antes?

―Tenis femenino, Roger, simplemente Tenis femenino. Ya ni importancia deberíamos brindarle a la liga de mujeres.

Hacía tiempo que no me sentía tan mal, tan fracasada, tan avergonzada, y sola. Me había acostumbrado a sonreír porque realmente quería sonreír, a ganar, a descubrir nuevas fortalezas físicas y a... A tener a alguien felicitándome y alentándome a ser cada vez mejor.

Hoy él no está aquí.

Y yo siento que retrocedí en el tiempo.

Me costó conseguir el sueño durante la noche. La verdad, días atrás hubiera dado toda mi fortuna, los años de gobierno de mi padre, el país y al mismo Dios con tener una escalera a la liga profesional. Y ahora me siento tan estúpida de haber creído en mi misma. No puedo cerrar los ojos sin recordar la imagen de Penko sonriendo orgullosamente.

Ella me había aconsejado que esto no sería fácil para mí. Penko lleva consigo misma una personalidad que le permitirá ser ganadora. No duda de sí misma. En cambio, ¿Qué tengo yo? Nada.

Y de repente, todas mis derrotas contra Jessica en Juniors regresaron a mi mente, mi pesadilla de lo sucedido cuando tenía quince años, y Michael. Todo regresó.

Veo el sol apareciendo en los ventanales de la habitación donde me estoy hospedando, y yo todavía no puedo secar mis lágrimas.

Mi teléfono suena:

FEDERER ENTRENADOR: Hola, estoy en la puerta de la habitación.

YO: No voy a entrenar hoy.

FEDERER ENTRENADOR: Yo tampoco, solo traje desayuno.

YO: Lo siento, solo quiero dormir.

Federer no contestó, pero escuché sus pasos retirándose. Y al rato, me escribió otro mensaje:

FEDERER ENTRENADOR: No pude jugar Australia Open, tampoco jugaré Roland Garros, ni Wimbledon. Tengo que operarme de la rodilla, creo me retiraré antes de lo esperado. Y lamento no haber estado presente estos días, estuve tratando de asumir que toda mi carrera está llegando a su fin. Necesito desayunar con alguien que juegue Tenis pero que no hable de Tenis en absoluto, y creo que tú eres la indicada. Y, además, creo que tú también necesitas hablar con alguien que no tenga ganas de hablar de Tenis.

Me levanté de la cama, me bañé, me maquillé con un poco de base e iluminador para que no se notasen mis ojeras de sueño y lágrimas, y salí de la habitación con un short deportivo combinado de un abrigo gris.

Federer está parado en el fondo del pasillo, con un hombro contra la pared, y con un café en cada mano. Al verme, sonrió manteniendo los labios cerrados y enfocó su vista en mí... Con esa forma suya de sombrear los ojos con sus cejas. Caminé hasta él algo insegura, con la respiración un poco entrecortada.

Y cada paso que doy, él me mira aún más fijo.

―Hola ―le dije casi como un susurro parándome a su frente, y focalicé mi vista en su pecho, volviendo a ser incapaz en el contacto visual―. Gracias ―tomé el café.

Cada uno tomó su café en silencio, parados en el fondo del pasillo, siendo que somos millonarios y podemos estar en cualquier lugar pero... Aquí estamos.

―¿Alguna vez hiciste yoga? ―me preguntó.

Negué con mi cabeza.

Corrimos como si fuéramos dos niños pequeños haciendo competencia por quién llega primero hasta un enorme salón del hotel donde hay mujeres en alfombras haciendo yoga. Nos reímos un buen rato de las distintas posiciones, recibiendo malas miradas de las clientas, pero luego nos concentramos y nos relajamos.

Al salir de allí, fuimos a una hamburguesería, y mientras estábamos haciendo la fila:

―Ahora que estaré meses sin jugar, puedo comer lo que se me dé la gana ―dijo él riendo―. Pero tú debes comer ensalada.

―En tus sueños ―respondí dándole un pequeño empujón.

Luego las personas de la fila empezaron a pedirle fotografías a Federer. Él se mostró amable y mantuvo la seriedad con los fanáticos permitiendo las fotografías, y nos sentamos a almorzar la chatarra.

Pronto él me estaba haciendo estallar de la risa mientras imitaba gestos de Elena Penko, y en una de esas carcajadas, escupí la gaseosa en su rostro.

Mis mejillas reventaron en rojo, pero él estalló en más risas y tuvo que ir al baño a secarse las lágrimas.

Nos volvimos a mi habitación corriendo nuevamente como si fuéramos dos niños pequeños. Y cuando abrí la puerta sintiendo la respiración de mi entrenador en la nuca, me encontré a mi padre sentado en la punta de la cama, esperándome con una sonrisa y con... Alexander Saenzko a su lado.

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora