62. Serbia

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Serbia

Recuerdo la primera vez que desperté después de que alguien se introdujera en mí por primera vez. Tenía sangre en mis piernas y me corría una sensación pegajosa en el abdomen. En el camino al hospital no pude parar de vomitar, y tuve que arrastrarme con los codos hasta llegar. Las personas me observaban como si estuviese drogada y arruinada, y tal vez no estaba drogada pero sí estaba arruinada.

Los médicos me atendieron sabiendo que no podía hablar, y encontraron restos de semen en casi todo mi cuerpo. Llamaron a mi padre y temblaron cuando lo vieron llegar. La noticia no salió en ningún medio de comunicación, de hecho, mi padre hizo todo lo posible para que no se extendiera, pero yo nunca pude olvidar todo lo que viví y sentí.

Por un tiempo, mientras el médico de turno me explicaba que estaba embarazada y que tenía suerte de no haber contraído ninguna enfermedad sexual, yo sentía asco de mi propio cuerpo. Quería quitarme la piel que alguna vez él me tocó. Y me daba mucha impaciencia recordarlo porque quería cortarle el cuello a la mitad. Claro, es fácil una vez que estaba contenida pensar en mi venganza... pero en el momento no había nada que hacer más que llorar y gritar.

Y pasaron los días, meses y años hasta que creí que nunca más volvería a vivir. Sobre todo cuando tuve a Michael y vi ese pequeño monstruo con el rostro que en mis sueños suelo degollar. Mi padre me convenció de que era buena idea tenerlo para luego buscar a través de su ADN a su padre biológico. Pero nunca lo encontramos, y haber parido a ese niño que nunca podré cagar ni amar como un hijo, ha sido mi error más grande.

Sin embargo, Roger suele decirme que apenas tenía quince años ¿Cómo iba a saber que era un error tan grande? Estaba destruida física y mentalmente, y permití que los demás decidieran por mí.

Aun así, a veces miro a Michael y sé que es un gran niño, y hasta me da orgullo ser su madre, pero dos minutos después ya lo veo como un mini-monstruo que arruinó mi vida. Tengo sentimientos contradictorios por él, y últimamente no puedo ni mirarlo.

Hoy, a cinco días del final de Roland Garros ―el cual lo ganó Paris Waters debido a mi retiro en tercera ronda―, estoy sentada frente al comisario de turno, que me toma la declaración en su oficina.

A mi lado está Roger, quien escucha atentamente todo mi relato sobre lo sucedido esa noche y lo posterior. Luego, cuando termino de hablar sin una lágrima en mis ojos, me toma de la mano y me sonríe orgulloso. Pero no hay nada de qué sentirse orgulloso, así que se la suelto.

El comisario dice:

―Muchas gracias, señora Satek. En estos días volveremos a contactarla. El único problema... Es que los hechos ocurrieron en Kazajistán, y la denuncia debería moverse a allí.

Asentí con mi cabeza, pero Kazajistán ya no es mi hogar.

Nos levantamos y nos retiramos. Al llegar a la vereda, Roger me ayuda a ingresar al auto ―mi embarazo cada día es más y más grande― y me observa con cierta pena mientras me coloca el cinturón cuidadosamente.

Luego se sube al volante y arranca el motor.

―Lo hiciste bien ―dice mientras maneja.

―Durante años no encontraba palabras para explicar lo sucedido. No sabía si era adecuado o no hablar explícitamente con un profesional.

―Y lo has hecho correctamente.

Llegamos al hotel de Francia, donde hace dos semanas que nos estamos hospedando, y bajamos con nuestras cosas hasta llegar a la habitación de hotel. Allí nos esperan Michael y la niñera, sin embargo, ella tiene un jarrón azul en sus manos.

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora