31. Roland Garros II

140 14 24
                                    

31

Roland Garros II.

Adoro hacerle sexo oral a Roger Federer. Lo hago a menudo, y cada vez me sale mejor. Él parece jamás haber recibido lamidas en su intimidad, por lo que disfruta cada una de ellas como si fuese la primera vez.

―Me enamoré muy joven de mi exesposa ―dice después de una larga felación―. Y ella... A ella no le gustaba hacer estas cosas. Nunca me quejé, pero ahora entiendo por qué mis amigos más íntimos me decían que podía ganar más Grand Slams si recibía unas buenas lamidas.

Largué una carcajada, pero creo que ambos, en el fondo, nos preguntamos cómo es que la vida tardó tanto en reunirnos. Y, sobre todo, ¿Por qué Dios tuvo que permitir que haya tanta diferencia de edad entre él y yo?

―Tal vez por eso nos alejamos últimamente ―continúa hablando.

Creí que el tema de su esposa había finalizado... Pero no.

―¿Se «alejaron» nomás? ―pregunto con tono agudo―. Se están divorciando.

Ambos nos recostamos en la cama, lado a lado, mirando al techo, y él responde:

―Sí, pero digo antes de divorciarnos. Ella se enamoró de alguien más mientras usaba mi anillo. Creo que... Los dos estuvimos tanto tiempo juntos, que en el momento que uno de nosotros se aburrió, el otro también. Y ya no queda nada de lo que una vez fuimos.

―Bueno, es tema pasado.

―Ojalá lo fuera, y ojalá te hubiese conocido antes. Creo que el destino se equivocó con nosotros, tendrías que haber nacido veinticinco años atrás.

Volví a reír, pero esta vez agregué:

―Si hubiese nacido hace veinticinco años atrás, tú serías ahora mi esposo y el padre de mis hijos... Como lo es tu exesposa. Y yo jamás habría sido tenista.

―¿Por qué dices eso?

―Apenas puedo vivir bajo tu sombra siendo mi entrenador, imagínate siendo mi esposo y el mejor jugador del deporte.

Federer no contestó, nos levantamos y comenzamos a entrenar. Esta vez, a puertas cerradas del estadio, puedo ser yo misma y bromear con él. Por momentos atravieso la red y beso sus labios tomándolo desprevenido en medio de un saque.

Así somos. Y así lo quiero siempre.

Pero sé que me oculta cosas, puedo sentirlo y saberlo. Federer no es bueno ocultando cosas.

―¿Lista para el show final? ―me pregunta alzándome de la cintura.

Giro mi cuerpo y enredo mis brazos sobre su cuello, llenándolo de besos mientras él me lleva de puntas de pie hasta las afueras de la cancha.

―Apenas es... ―lo besé― una... ―volví a besarlo― semifinal.

―Semifinal... ―me besa― de Roland Garros. ¿te parece poco?

―Sí, cuando tú estás aquí, todo lo demás me parece poca cosa.

―Sí, cuando tú estás aquí, todo lo demás me parece poca cosa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora