33. La número 19 del mundo

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La número 19 del mundo

Regresamos a Kazajistán como si fuésemos héroes de guerra. Nos recibe una multitud de fanáticos con la bandera del país esperando un autógrafo nuestro. Y lo que más me sorprende es que gritan mi nombre y no tanto el de Roger. De repente, me convertí en la estrella más grande de Kazajistán.

Al llegar a casa, los programas de televisión solo hablan de mí, sobre todo los nacionales. Mis medio-hermanos me observan desde el jardín con intenso odio. Los empleados de la mansión me reciben con flores y bombones, y mi padre no para de resumir el partido a cada persona que se encuentra, incluso, habló con el perro sobre eso:

―Entonces Rybana levantó la pelota cuando todo parecía perdido y...

Dejé que me presumiera, pero una presión en el pecho me hizo preguntar cuánto tiempo podré sostener este estado de felicidad y tranquilidad, y si realmente podré ganar Wimbledon y mantener la ilusión y esperanza en mí.

―Quedan diez minutos para que publiquen el nuevo listado de puntos ―dice Federer sentándose a mi lado, en la mesa del living―. Calculo que estarás ingresando al top 20.

Casi me ahogo con mi propia saliva al escuchar aquello. ¿Top 20? Me propuse terminar 2022 siendo la mejor del mundo, y recién estamos a mitad de año.

Almorzamos y luego pasamos el resto del día entrenando en la cancha de césped que mi padre financió estos últimos meses. Él, junto a su caniche, se mantienen a un costado de la cancha mientras nos observan jugar.

Federer me hace algunas indicaciones, pero algo en su tono de voz transmite no estar tan seguro.

―¡Ah, ya salieron! ―grita mi padre cuando estaba en medio de un drive.

Paramos la pelota y nos acercamos a él, quien tiene el teléfono en su mano y dice:

―¡Rybana, eres la número 19 del mundo!

¿19? Estallé de felicidad. Me balanceé sobre Federer y giré en el aire como en Roland Garros.

Al regresar los pies sobre el césped, dije:

―¡Imaginen cuando dentro de un mes gane Wimbledon, seré la número uno!

Mi padre miró a Federer, y Federer lo miró a él. Los dos se mostraron alarmados.

―Bueno, lo que sea que tengan para decir, pueden decirlo ―dije.

Borré mi sonrisa al notar que los dos me miraron seriamente.

―Hay algo que debes saber, Rybana ―dijo Federer.

Mi padre se giró, junto a caniche, y se retiró de allí dejándole toda la responsabilidad a mi novio y entrenador.

Y durante todo este tiempo he estado sintiendo que Federer algo me estaba ocultando, ahora siento que ese «algo» está aquí:

―Tu acta de nacimiento registra que eres rusa.

―Sí, ya habías dicho eso.

―Y todos los países del mundo decidieron, sobre todo Inglaterra y Estados Unidos, negar cualquier tipo de reconocimiento a los rusos, como forma de respuesta a la invasión de Putin en Ucrania.

―¿Qué significa eso?

―Que no puedes ingresar a Inglaterra, van a prohibir tu visa por ser rusa. Además, Wimbledon, decidió, que los rusos no jugarán el torneo este año, ni ninguno de los campeonatos del mes de agosto.

―¿Hace cuánto lo sabes?

Federer prefirió no responder. Y dentro de mí, me siento enojada. No sé si con Putin, con Ucrania, con Inglaterra, con la Reina Isabel, con Wimbledon o con Roger.

―¿Hace cuánto que tú y mi padre lo saben y lo han estado callando?

―Hace casi dos meses que recibí la notificación de la Federación de Tenis. Lo siento. No sabía cómo decírtelo, y tampoco quería confirmarlo hasta no hacer todo lo posible para impedirlo. Hasta ayer estuve tratando de negociar con el gobierno británico, pero no hay chances. Lo siento mucho. Estoy tan enfadado como tú.

―Bueno, podrías habérmelo dicho antes, tal vez hasta negociábamos juntos con la Federación y con el gobierno británico.

Sonó estúpido, lo sé. Él prefirió ignorarme y decir:

―Lo bueno es que nos preparemos firmemente para el US Open, el último Grand Slam del año, lo ganarás y...

―Voy a ir al aeropuerto de Inglaterra ahora mismo.

―¿Qué?

―Me tendrán que dejar pasar porque además de rusa, soy kazaja.

―No, escucha...

―¡No! ―lo señalé con mi dedo índice―. Ya no me tomarás como estúpida o como una jugadora joven que solo debe preocuparse por su juego. Ahora soy tu novia, así que, tienes que compartirme todo lo que sabes, y, también, soy la número 19 del mundo, así que, todas tus decisiones sobre mi carrera primero me las tendrás que consultar. 

Me giré, enfadada, y dispuesta a pelearme con la mismísima monarquía inglesa y sus ministros políticos. 

 

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La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora