2. It's been the Blackest Day

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it's been the blackest day

De solo pensar que alguien como Roger Federer, el mejor jugador de Tenis de la historia, estará entrenándome, no evito sentirme presionada y acabada. Es obvio que él le dirá a mi padre que simplemente este no es mi palo.

No soy buena en esto.

Y estaré acabada.

Si mi padre alguna vez tuvo una pizca de cariño por mí, y no tanto por su egocéntrico proyecto, entonces tal vez siga siendo su hija.

Mi padre a veces me aterra.

Hay jóvenes que trabajan en la casa, limpiando y ordenando, de casi mi misma edad, y todos ellos, son bastardos. Medios hermanos míos, que jamás recibieron la educación o dinero que yo obtuve.

Sé que no es justo, pero no hay nada que yo pueda hacer.

Y cada vez que camino a mi habitación de lujo, me observan con odio en sus miradas.

Tengo miedo de terminar como ellos si no soy buena en esto. Y como dije, podría tirarlo todo a la mierda y empezar mi vida, pero desde pequeña que quiero ser la mejor, y además, no conozco otra vida que esta.

Y no quiero cambiarla.

La paso mal, sí, pero al menos tengo los lujos.

Escuchando «The Blackest Day» de Lana Del Rey en el día de mi cumpleaños, me sentí completamente sola.

Tiene razón cuando Del Rey canta «Desde que mi bebé se fue, ha sido el día más negro». Es así cómo me siento después de la partida de Michael.

No sé si lo llegué a amar, pero de seguro marcó un antes y un después en mí.

Vuelvo a sacudir mi cabeza, debo recordar no recordar a Michael.

La noche de mi cumpleaños se hizo larga y oscura.

No tengo amigos de infancia, ni de adolescencia, ni de ningún tipo. Pasé toda mi niñez con profesores privados dando clases en mi propia habitación, sin compañeros ni niños de mi edad.

Luego finalicé la secundaria sin siquiera aprobar todas las materias, puesto que los profesores fueron amenazados por mi padre. Y él jamás me permitió salir a eventos sociales.

Asumió que las personas son peligrosas para mí.

Entiendo, soy la niña más rica del país. Y tuvo razón cuando cumplí quince años y quise revelarme de él. Terminé hospitalizada, y meses después, con Michael.

Pero eso es una historia larga que ¡Debo olvidar de una vez por todas!

Aunque me cueste pesadillas olvidarlo.

Me siento tan sola.

A veces tengo miedo de lo que pueda suceder cuando cierre los ojos, por lo que deambulo por mi habitación, tratando de tranquilizarme. Y cuando mi cuerpo se rinde, caigo en el sueño.

Me despiertan las pesadillas, de aquel recuerdo de hace tres años atrás, hasta que el amanecer llega.

Suelo levantarme, tomar un té, correr por la colina, regresar a casa y comenzar el entrenamiento. Pero esta vez decido quedarme llorando en silencio, en un rincón de la casa donde nadie puede encontrarme.

Detesto la forma en que todos me observan cuando no puedo fingir mi dolor.

Me observan como si fuera una niña caprichosa, que se enfada por cosas que ellos morirían por tener como «problemas».

Y sé que ellos viven más que yo, saben más que yo, tienen experiencias más duras y madurativas que yo. Pero no puedo cambiarme a mí misma, por más que lo intente.

Mi padre me llama con un grito suave para que me presente en el living. De alguna manera, sabe que no estoy corriendo como suelo hacer todas las mañanas.

Así que me levanto, quito las lágrimas de mis ojos y me encamino hasta él.

Mi corazón queda congelado a mitad de paso, y por ende todo mi cuerpo, cuando veo a Federer parado a su lado.

¿Cómo es posible que el mejor jugador del Tenis está el living de mi casa?

—Rybana, déjame presentarte a tu nuevo entrenador.

Federer extendió su mano, con un gesto serio y neutro.

Sé que él suele sonreír y hacer comentarios cuando conoce personas, lo vi en varios videos de su Instagram. Pero no es el caso, intenta parecer amable, cuando sus ojos dicen otra cosa.

Extiendo mi brazo, acercándome a él, y con una sonrisa nerviosa le recibo el saludo.

El calor de su piel hizo que recorriera un escalofrío en mí. No puedo disimular. Me lo quedo mirando fijamente mientras mi padre me explica cómo será la nueva dinámica.

—¿...Entendiste, Rybana? —pregunta mi padre, haciéndome pegar un salto de la desconcentración de mis pensamientos.

—Sí, claro —sonreí.

Federer suspiró, como si estuviera cansado y al mismo tiempo buscando ser paciente, y dijo en un tono apagado:

—Bueno, Rybana, vayamos a la cancha para ver lo que posees.

Fue la primera vez que lo escuché hablar.

Y en el futuro sabría que su tono era más alegre y entonado, pero esta vez se sintió apagado y aburrido.

Tardé un tiempo en aceptar que, me enamoraría de él meses después.

La número 1 del mundo [Roger Federer] [#2 HEUS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora