Luego de lo ocurrido Harry se acercó a disculparse y también a contarme que ya les dijo a los chicos, sobre el dinero que le dieron a los gemelos, lo que no me preocupaba en lo absoluto, es decir, Molly probablemente me regañe, pero nada tan grave, considerando que sé que los gemelos tienen grandes planes y que tengo la fortuna de estar incluida. Por otro lado, la temporada de Quidditch estaba por terminar. Nuestro partido con Hufflepuff y Ravenclaw ganamos, Draco atrapó la snitch y nosotros solo tuvimos que meter un par de aros, solo quedaba que el último partido de Gryffindor, que ganen o pierdan íbamos a ganar, así que no le dimos importancia. Hagrid, luego de estar misterioso todo el semestre me contó y a las chicas que tiene un medio hermano que es gigante y que está en el bosque, nos llevó a conocerlo junto a Harry y Her. A motivo de la victoria de los Gryffindor en el partido cambiaron la letra
Weasley las para todas y por el aro no entra ni una pelota. Por eso los de Gryffindor tenemos que cantar: a Weasley vamos a coronar.
Además organizamos una fiesta para celebrar, al menos debemos divertirnos antes de sufrir con los timos.
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Los jardines del castillo relucían bajo la luz del sol como si acabaran de pintarlos; el cielo, sin una nube, se sonreía a sí mismo en la lisa y brillante superficie del lago; y una suave brisa rozaba de vez en cuando las satinadas y verdes extensiones de césped. Había llegado el mes de junio, pero para los alumnos de quinto curso eso sólo significaba una cosa: los TIMOS.
Los profesores ya no nos ponían deberes y las clases estaban íntegramente dedicadas a repasar los temas que ellos creían que con mayor probabilidad aparecerían en los exámenes. Los sueños no me dejaban descansar como debía y estaba tratando de encajar todas las piezas, había tanta información en mi cerebro que era probable que sufriera de una crisis. Sin embargo, mis amigos eran un amor siempre. Ernie Macmillan había adoptado la molesta costumbre de interrogar a sus compañeros sobre las técnicas de estudio que empleaban.
—¿Cuántas horas al día crees que dedicas a repasar? —preguntó con una chispa de locura en los ojos
—No lo sé —contestó Blaise—. Unas cuantas.
—¿Más o menos de ocho?
—Creo que más — respondió este un tanto alarmado.
—Yo, ocho —aseguró Ernie hinchando el pecho—. Ocho o nueve. Estudio una hora todos los días antes del desayuno. Mi promedio son ocho horas. El fin de semana, si estoy inspirado, llego hasta diez. El lunes hice nueve y media. El martes no estuve tan fino: sólo conseguí llegar a siete y cuarto.
Sin embargo Draco nos tranquilizaba, a su manera. —Lo que importa no es lo que hayas estudiado — decía un poco alto a Crabbe y Goyle, en clase de pociones, unos días antes de que inicien los exámenes—, sino si estás bien relacionado. Mira, mi padre es íntimo amigo de la jefa del Tribunal de Exámenes Mágicos, Griselda Marchbanks, ha ido varias veces a cenar a mi casa y todo.
