Chapter 96 maratón 2/3

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Final feliz?

Draco:

—Ven a la mesa de Slytherin conmigo —dije—. Quiero mostrarte algo.

Ella miró mi mano con escepticismo, pero, sorprendentemente, aceptó. Caminamos juntos a la mesa de Slytherin, donde todos los ojos estaban puestos en nosotros. Cuando llegamos, hice un gesto para que se sentara en el lugar de honor a mi lado, una posición reservada para la reina o algún miembro importante.

Con un movimiento sutil de mi varita, el techo encantado del Gran Comedor se transformó, reflejando un cielo nocturno lleno de estrellas brillantes

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Con un movimiento sutil de mi varita, el techo encantado del Gran Comedor se transformó, reflejando un cielo nocturno lleno de estrellas brillantes. Las estrellas comenzaron a moverse, formando constelaciones familiares, proyectándose en el aire como figuras celestiales que flotaban sobre nosotros. Con un destello de luz, estas constelaciones se disolvieron en una lluvia de estrellas fugaces que caían suavemente, creando un efecto envolvente que parecía transportarnos a un universo paralelo. Las estrellas pasaban cerca de nosotros, dejando un rastro brillante que iluminaba el rostro de Athenea, cuyos ojos estaban llenos de asombro y encanto.

En el centro del comedor, apareció un escenario encantado, adornado con flores nocturnas que sólo florecen bajo la luz de la luna, emitiendo un perfume sutil y etéreo que se extendía por el aire. Las flores brillaban con una luz plateada, creando un aura mágica que envolvía todo el espacio. Una serie de espejos encantados se alzabaron, reflejando imágenes de recuerdos compartidos con Athenea. Los espejos proyectaban escenas tridimensionales, mostrando desde nuestras travesuras infantiles, como patinar juntos en el lago helado y montar dragones en el jardín de los Grindelwald. Cada imagen parecía cobrar vida, envolviendo a Athenea.

Entonces, con otro gesto, las luces se enfocaron en un gran atril adornado con oro blanco y esmeraldas, que apareció mágicamente en medio del escenario. Sobre el atril, una elegante caja de cristal flotaba lentamente, con el nombre de Athenea, revelando en su interior una esfera mágica que contenía la estrella más brillante del firmamento. Dentro de la esfera, la estrella resplandecía con un brillo cálido y pulsante, proyectando destellos dorados que llenaban el comedor con una luz suave y encantadora.

— Siempre fuiste tú, Athenea. Mi estrella más brillante. — Ahora su nombre siempre sería grabado en una estrella y pasarán los años, pasaran los siglos y esa estrella siempre llevará grabando el nombre de Athenea. La esfera flotaba y giraba lentamente, mostrando la estrella desde todos los ángulos, como un faro celestial dedicado exclusivamente a Athenea. El efecto era tan impresionante que el Gran Comedor se llenó de murmullos asombrados, todos los presentes se quedaron boquiabiertos ante la belleza de la estrella.

Miré a Athenea, cuya expresión oscilaba entre el asombro y la emoción contenida. El silencio en el comedor era absoluto, todos los presentes atentos a nuestro intercambio.

—Athenea, esta estrella, la más brillante del firmamento, tiene tu nombre. Como símbolo de lo que significas para mí. Y de que siempre serás mi luz, incluso en los momentos más oscuros.—dije, mi voz resonando con sinceridad y profundidad—. Sé que hemos tenido nuestras diferencias, y que he cometido errores que lamento profundamente. Pero hoy, delante de todos, quiero que sepas cuánto significas para mí.

The Last GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora