Chapter 93

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Sombras del Amanecer

Draco:

El pasillo del invernadero estaba en silencio, interrumpido solo por el ruido de sus zapatos. y aunque intentaba mantener una expresión imperturbable, podía ver la mezcla de ira y anhelo en sus ojos. La nota que le envié decía simplemente: "Reúnete conmigo en el invernadero a las siete.". Sabía que las palabras por sí solas no sanarían la herida, pero esperaba que un encuentro cara a cara pudiera, al menos, comenzar a cerrar la brecha entre nosotros.

Nuestras miradas se encontraron en un silencio tenso. Su postura, con los brazos cruzados, hablaba de desconfianza y dolor.

—Gracias por venir —dije, con una voz que apenas reconocía como mía

Cedric me miró con una intensidad que parecía atravesar cualquier barrera que hubiera construido. — No tengo mucho tiempo, Malfoy. Así que habla rápido.

Respiré hondo —Sé que no hay excusa para lo que hice, pero quiero que sepas que nunca supe que Cho estaba contigo. Si lo hubiera sabido... nunca habría permitido que sucediera.

Cedric me estudió con escepticismo, sus ojos buscando cualquier rastro de falsedad. —¿Y por qué debería creerte? —preguntó, su tono impregnado de desconfianza.

Tomé aire, antes de responder—Porque eres importante para mí. Eres mi amigo, Cedric. Uno de los pocos que ha estado ahí cuando realmente lo necesitaba. Te fallé, y estoy dispuesto a hacer lo que sea para reparar el daño.

El silencio que siguió fue pesado, roto solo por el susurro de las plantas a nuestro alrededor. Cedric finalmente dejó escapar un suspiro largo, y su expresión se suavizó ligeramente, aunque aún reflejaba conflicto. Saqué una botella de licor envuelta en terciopelo negro. Sabía que era el favorito de Cedric. Una muestra de que queria arreglar las cosas.

Cedric tomó la botella, observándola con una mezcla de sorpresa y curiosidad. La giró entre sus manos, sus ojos suavizándose al leer la etiqueta. El reconocimiento en su mirada me dio un indicio de que apreciaba el gesto.

—Ay! Draco... —empezó, su tono más suave, aunque aún cargado de emociones.

Sonreí, tratando de romper la tensión. —Entonces...

Cedric levantó la botella, una chispa de humor en sus ojos. —Te perdono si no vuelves a mencionar el tema.

Levanté una ceja—¿Qué tema? —respondí con una sonrisa tratando de mantener el ambiente ligero. — Solo pedí el mejor para mi mejor amigo — Cedric rió suavemente, desenroscó la tapa y sirvió dos vasos del licor ámbar. La habitación se llenó con el suave aroma de roble y especias. Extendió uno de los vasos hacia mí. Tomé el vaso, sintiendo una carga menor

—Vamos a brindar por los buenos tiempos y por los que vendrán —sugirió, levantando su vaso hacia el mío, la chispa de humor volviendo a sus ojos.

Choqué mi vaso con el suyo, el cristal tintineando suavemente en el ambiente tranquilo. —Por la amistad y las segundas oportunidades —dije, reflejando sus palabras con una sonrisa sincera.

Cedric asintió, su mirada fija en la mía mientras bebíamos al unísono. El licor ardió suavemente en mi garganta, dejando un rastro cálido. Cedric, aún sosteniendo su vaso, se detuvo un momento.

—La regué con Athenea, ¿verdad? —dijo de repente, bajando la vista mientras terminaba su bebida de un trago.

Tomé un sorbo, sopesando mis palabras. —Sí, un poco. Pero ella te entiende... a su manera. Aunque si quieres te ayudo con una sorpresa.

Cedric me miró con curiosidad. — Qué tienes en mente?

Lo llevé a la biblioteca más antigua que existe en el mundo mágico, la Biblioteca de los Arcanos Eternos. Una reliquia de las casas Black y Grindelwald, una colección que había pertenecido a Sirius Black, por ser el mayor y la familia de Athenea, pero que mi madre conoce bien, después de todo también es una Black. Actualmente solo saben de la existencia nuestras familias, y los chicos. Tiene ciertos hechizos, cuando la lealtad de quien conoce la biblioteca cambia, su memoria se borra, cómo si nunca la hubieran conocido. Es un lugar lleno de magia antigua, artefactos raros, y libros con todo tipo de hechizos. Sé que no ha podido volver desde que está en Hogwarts, todos están atentos a cada movimiento que da, y se cuanto desea un par de libros de aquí, pero sus padres están demasiado ocupados, en teoría no puedes sacar ninguno y no cualquiera puede saber la ubicación, por eso ella siempre los llama como la colección personal de su abuelo, y este era un gesto que mostraría cuánto Cedric le importa.

The Last GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora