Chapter 97 maratón 3/3

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Un inicio feliz

Draco:

El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas de terciopelo verde oscuro, iluminando suavemente mi dormitorio. Desperté lentamente, envuelto en la calidez de las sábanas y el suave aroma del perfume de Athenea que aún flotaba en el aire. A mi lado, Athenea dormía plácidamente, su cabello esparcido sobre la almohada, su rostro sereno y en paz. La luz dorada resaltaba su piel, dándole un brillo natural que solo intensificaba su belleza.

No pude evitar admirarla más de cerca. La sábana se ceñía a sus curvas de una manera que capturaba la perfección de su figura, y el desorden de su cabello sólo añadía a la imagen encantadora y espontánea que estaba frente a mí. Su rostro, aún dormido, estaba sereno pero había un destello de algo travieso en sus labios, como si todavía estuviera soñando con nuestra noche.

Me incliné para observarla, no queriendo perderme ni un detalle de esta escena que parecía sacada de un sueño. Su piel parecía tan suave y perfecta, y no podía resistirme a acariciar su mejilla con el pulgar, disfrutando de la sensación de su piel cálida bajo mis dedos.

— Buenos días, bella durmiente —le susurré con un tono juguetón, mi voz cargada de una mezcla de admiración y coquetería.

Athenea comenzó a moverse, estirando los brazos y buscando el calor de mi cuerpo. Sus ojos se abrieron lentamente y se encontraron con los míos, iluminándose con una sonrisa que competía con la luz del sol.

— Buenos días, Draco —respondió ella con una gran sonrisa. Se inclinó hacia mí, sus labios encontraron los míos en un beso cálido. Sus labios suaves se movían con una mezcla de ternura y pasión. Cuando se apartó, sus ojos se encontraron con los míos — ¿Cómo ha amanecido el hombre más divino de este planeta? — preguntó, su voz coqueta mientras una sonrisa divertida se dibujaba en sus labios. No pude evitar sonreír suavemente, moviendo mi mirada de arriba a abajo para apreciar cada detalle de su figura envuelta en la sábana.

— Bueno, despertar y encontrar a una diosa en mi cama, desnuda, es una forma bastante agradable de empezar el día. ¿No te parece? — le susurré con un tono cargado de deseo, inclinándome para dejar un rastro cálido y húmedo de besos en su cuello. Mis labios se movieron hacia su clavícula, disfrutando de la textura de su piel.

Athenea se sonrojó, pero su sonrisa se volvió más amplia, con un destello de desafío en sus ojos.

— Entonces, ¿qué vas a hacer con tu regalo de cumpleaños adelantado? —preguntó, su voz cargada de deseo mientras sus manos comenzaban a explorar mi torso.

Sonreí, admirando cada detalle de su cuerpo desnudo mientras la sábana se deslizaba a un lado. Mi mano se movió lentamente por su muslo, sintiendo la suavidad y el calor de su piel. Cada caricia era lenta y deliberada, provocando que su piel se erizara.

— Tengo en mente disfrutar cada centímetro de ti... Ansioso para escucharte gemir —le dije con una voz cargada de deseo, mis dedos ascendiendo por su muslo hasta la parte interna de sus piernas—. Si tu idea es tan excitante como tú, estoy listo para descubrir cada rincón de tu cuerpo.

— ¿Y si te muestro exactamente lo que quiero? —susurró con voz cargada de deseo

Athenea arqueó la espalda, ella se abrió de piernas para mí, mostrándome su piel desnuda y tentadora al sentir mi mano acercarse a su centro. Un gemido bajo escapó de sus labios cuando mi mano comenzó a explorar su entrada. Noté cómo se estaba humedeciendo, y la visión me hizo sonreír con satisfacción.

— Estás tan mojada... tan exquisita —le susurré en su oido, mis dedos moviéndose en su interior, haciendola gemir, sus caderas se movían en busca de más fricción y sus manos recorrieron mi torso.

The Last GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora