Chapter 86

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The Fall of the Last Grindelwald

Athenea:

—¡Athenea! — su voz resonó en mis oídos como un eco distante. Parpadeé varias veces, intentando comprender lo que veían mis ojos. estaba sudando. Mi respiración agitada resonaba en el silencio de la noche, un eco de mi propia angustia que se mezclaba con el palpitar acelerado de mi corazón. El temor persistía en lo más profundo de mi ser, un nudo en el estómago que se negaba a desaparecer. Vi a mi alrededor, habitación oscura, cortinas verdes, todo lucía demasiado en este momento, hasta que lo ví. estaba de pie junto a mi cama, su presencia irradiaba una calidez reconfortante. Mi mente luchaba por encontrar una explicación, tratando de discernir si aquello era realidad o simplemente un sueño perturbador. Pero la realidad de su presencia era innegable, su mirada preocupada clavada en la mía. ¿Qué pasó? ¿Qué hace él aquí? Fué solo un sueño? no lo creo, se sentí tan real, entonces, ¿Qué fue? Una visión? no puede ser, no podía permitirlo, no quería que él muera.

Era incapaz de articular palabra. Mis ojos buscaban los suyos en busca de respuestas, anhelando encontrar en ellos calma. Él permanecía de pie junto a mí, radiante, con un toque de preocupación, mezclado con enojo?

— Estabas soñando con Cedric Por qué estabas soñando con Cedric?

— ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasó? —mi voz reflejaba mi confusión.

— Te estoy haciendo una pregunta, Athenea —su tono era autoritario, como si sus palabras fueran un decreto que debía ser obedecido sin cuestionamientos.

— No sé... —mi respuesta fue un susurro, ahogado por la confusión. Su actitud no ayudaba —. No tengo que darte explicaciones —añadí, tratando de mantener mi voz firme a pesar de la confusión

— Te lo estoy ordenando, que no se te olvide que soy rey de Slytherin —su comentario fue como una daga que se clavaba en mi pecho, una muestra de su arrogancia que solo conseguía exasperarme aún más.

— Y a ti que yo soy reina, no te necesito. Una reina sin un rey es más poderosa —mis palabras brotaron de mis labios como un desafío

— ¿Aún dirías eso si tu rey fuera Cedric? ¿Te hubieras quedado con él? —su voz resonó en la habitación, con un toque de dolor

— ¿Qué tiene que ver Cedric en todo esto? —mi voz temblaba estaba demasiado confundida y empezaba a enojarme, no entender qué pasó? y por qué Draco me estaba reclamando sobre Cedric

— Responde la maldita pregunta —su tono era insistente

— No entiendo de qué hablas, qué está pasando? —mi respuesta fue un susurro apenas audible, estaba enojada y confundida.

— Si te preocupa lastimarme, no te molestes. Recuerda que mi reina es Astoria, ella será mi esposa y señora Malfoy. Y sé cuál va a ser tu respuesta, solo quiero que salga de tus labios. Así que responde — su voz resonaba en la habitación como un látigo, golpeándome con cada palabra.

— Sí, pero él está muerto —respondí con una mezcla de enojo y dolor que se anudaba en mi garganta, cortando mi voz en un susurro lleno de amargura. Sus palabras habían abierto una herida en mi corazón.

Él se dio la vuelta, sus pasos resonando en la habitación como un eco de mi propia angustia. No entendía su actitud, su rechazo abrupto y su salida apresurada solo servían para aumentar mi confusión y mi dolor. ¿Realmente prefería a Astoria sobre mí? El pensamiento me hacía sentir pequeña e insignificante.

Pansy ingresó poco después, me alivié al verla y la abracé

— ¿Estás bien? — negué incapaz de hablar, con un nudo en la garganta y el corazón partido

The Last GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora