Chapter 84

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Ecos de amor

Athenea:

— ¿Cuánto tiempo más vas a seguir ignorándome? —Su voz me alcanzó en el pasillo, pero decidí no responder

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— ¿Cuánto tiempo más vas a seguir ignorándome? —Su voz me alcanzó en el pasillo, pero decidí no responder. Continué caminando con determinación, tratando de bloquearlo de mi mente, pero escucharlo me partía el corazón, no quería verlo ni hablarle, no me sentía capaz de alejarme por mucho tiempo más. No al saber lo mucho que lo amo y lo mucho que me duele tener que estar lejos de él, se necesita de toda mi fuerza para estar lejos de él, para no pensarlo. Todas las noches son un infierno, las pesadillas me acechan y estoy sola. Ya no lo tengo conmigo y aunque mi cerebro sabe eso, y no quiere verlo, ni hablarle. Mi corazón pide a gritos estar con él, poder estar juntos, conversar. Hablar con una persona es una cosa. P|ero hablar con Draco es algo maravilloso, podría hablar con él por la eternidad, olvidarme de todos los problemas y ser solo él y yo.

— Athenea... — Su mano se cerró alrededor de mi brazo, deteniendo mi avance, y me encontré siendo arrastrada a un aula vacía antes de que pudiera protestar, pero me liberé de su agarre con un gesto brusco.

— Qué diablos te pasa? No se te ocurra volver a tocarme — Exclamé con voz firme, tratando de disimular el nudo en mi garganta. No soportaba su contacto, sin que mi mente trajera recuerdos dolorosos.

— A ti qué te pasa...

Me has estado ignorando desde que llegaste, entiendo que estás enojada. Pero eso no quita que me preocupe por tí.

Mantener contacto con Luna, Weasley y Longboton sabiendo lo que están haciendo en las noches es peligroso, demasiado y lo sabes, sabes las implicaciones que tiene para ti y nuestra casa

— Uno no sé de qué hablas y si supiera tampoco te lo diría no confío en ti

— Claro, como mágicamente saben cuándo los hermanos Carrow quieren atraparlos y no es cómo que cierta señoría es legítimamente natural. — Su tono sarcástico me irritó, pero mi corazón traicionero lo extrañaba, inclusive con sus estupideces

— No sé de qué hablas. Se supone que son oclumantes, así que sería incapaz de entrar en sus mentes. — Trate de que mi voz se mantuviera firme

— Athenea...

— No te quiero cerca mío — sentencié, pero antes de poder encaminarme a la salida, su mano me sujetó con firmeza de la cintura, aprisionándome entre sus brazos y torso contra la pared. — Dejame ir Draco — pronuncié su nombre con una carga de emociones que apenas pude contener. Pero aunque trataba que mi tono se mantuviera firme, era más una súplica y no solo por ahora, por todo. Mi corazón lo pidiera a gritos. Debería alejarme de él, y todo sería más fácil si él se aleja, como si no existiera, aunque eso termine por romperme — No quiero lastimarte — le dije tratando de huir, pero el mínimo movimiento aumentar nuestra cercanía , no podía permanecer más tiempo sin querer abrazarlo, besarlo y decirle cuanto lo extraño, cuanto me lastimó y que todo puede ser como antes.

The Last GrindelwaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora