Día 53

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Al- Rusia. - Lo miraba con seriedad desde el otro lado de la mesa, recargaba su mentón en su mano mientras que sus dedos golpeaban su mejilla con suavidad y constancia. - Se que soy alemán y soy la representación del pueblo alemán, pero eso no significa que sepa cocinar cada maldita receta alemana que existe.

Rus- Vamos, ale, debes de saber por lo menos una. - Suplico esperando que el mencionado le ayudara, a pesar de que su mirada seria le decía que no insistiera o lo echaría de su casa. - Es importante para mí.

El alemán suspiro resiganado, se levantó sin decir ni una palabra y salió con dirección a la escalera. Rusia solo escuchaba los ligeros pasos en el segundo piso, encogiéndose en su lugar por sentirse una molestia, pero no tenía muchas opciones para aprender a hacer postres alemanes, podía usar internet, pero por alguna razón cada que intentaba seguir una receta terminaba saliendo de la peor forma posible. Su padre odiaba casi todo lo relacionado con los alemanes, ni siquiera era capaz de preguntarle sobre el postre, tal vez I. japones sabía hacer los postres, pero este odiaba a su padre, y tampoco podía llegar con japon sin que alguno de los padres de ambos se enojaran.

Alemania bajo después de 15 eternos minutos solo con una libreta en las manos. Se sentó junto a el dejando el objeto en la mesa, pero se veía incomodo con solo tener aquella libreta cerca. Se veía vieja, pero en buen estado, tenía un dibujo al oleo como si fuera la portada y justo debajo de este contaba con la firma de Third R#ich en la parte inferior del dibujo, y para terminar tenía escrito "postres" en una perfecta y elegante cursiva. Pero podía empezar a comprender la incomodidad de Alemania.

Rus- ¿Por qué esta en ruso? - Señalo el titulo sin poder evitar la sonrisa nerviosa en sus labios. No quería ni preguntar, pero también tenía la curiosidad de saber.

Ale- No tengo idea. - Respondió igual de nervioso, pero sin sonreír ni voltear a ver al ruso. Abrió la libreta dejando ver que todo el contenido estaba en ruso y en cursiva. - Ni siquiera sé que dice, solo algunas palabras.

Sabía que era difícil para otros países leer el ruso en cursiva, eso no le sorprendió para nada, pero esa letra era parecida a la de su padre, o eso pensaba, nunca había visto como su padre escribía en cursiva, pero si había visto su firma en incontables veces, y algunas letras eran parecidas a las que hacia su padre en la firma.

Rus- ¿Fingiremos demencia e ignoraremos estas "coincidencias" por el bien de nuestra poca estabilidad mental?

Ale- Me parece una buena idea. - Por fin le miro con una pequeña sonrisa en los labios, apenas notable. Eso le demostró al ruso que Alemania todavía conservaba una pequeña parte del niño que antes vivía con él y sus 15 hermanos. - Intente hacer Apfelstrudel hace muchos años, pero me parecio imposible descifrar que dice y no termino muy bien.

Rus- Bien, intentaremos hacerlo. - Tomo la libreta buscando el nombre de aquel postre, recordaba que ese era una de las peticiones de USA, por lo que sabia era un estrudel de manzana, no debería de estar tan complicado.

Ale- Espera, espera ¿Cómo que intentaremos? Yo nunca dije que te ayudaría. - Le quito la libreta de las manos para que le prestara atención. Al contrario de él, rusia seguía siendo el mismo niño que hacia lo que quería involucrando a los demás sin siquiera preguntarles.

Rus- Pensé que también querías aprender ya que yo estoy aquí para traducir lo que dice. - Le dedico una sonrisa para burlarse del alemán, quien solo sostuvo con más fuerza la libreta. - Además seria más fácil que aprendieras con alguien que ha estado haciendo postres en las ultima semanas, que da la casualidad de que yo he estado haciendo exactamente eso.

Definitivamente Alemania odiaba esa actitud de rusia ¿Por qué Rusia no podía ser serio como en las juntas?

No, más bien odiaba el hecho de que el ruso tenía razón y se lo presumiera con aquella sonrisa. Quería aprender a hacer Apfelstrudel, recordaba que su padre lo preparaba cuando estaba de buen humor, por eso había intentado hacerlo hace varios años. No tuvo más opción que aceptar haciendo que la sonrisa de peliblanco se hiciera más grande.

ªNØR3XĪÇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora