La mañana siguiente no fue mejor. Me buscó en clase para ver qué día y a qué hora podíamos quedar. La tarde que mejor le venía era la del viernes porque entrenaba menos tiempo o algo así. No me enteré de la explicación, así que como él ya estaba fuera de su casa propuse la biblioteca pública. Parecía muy interesado en hacer el trabajo, puede que estuviera preocupado por sus notas. Realmente ni lo sabía ni me importaba.
En el recreo las chicas me dijeron que les parecía un poquito lejos. Yo les contesté que era por los libros, el wifi... La verdad era que no iba a quedar en mi casa o algo así, ni loca, ya era lo que me faltaba quedarme sola con él.
Antes de lo que esperaba llegó el último viernes de octubre y fuimos a la biblioteca a hacer el trabajo. Iba decidida a no discutir con él y a intentar que no me molestara todo lo que dijera, porque sabía que me tocaría las narices solo porque no sabía hacer otra cosa. Lo cierto es que fue como hacer los deberes con mi hermana pequeña.
Fran se comportaba como si no hubiese estado nunca en una biblioteca. Le habría dado igual aquello o un parque de atracciones. Subió y bajó las escaleras varias veces, tocó todos los libros, se hizo varios selfies y los subió a Instagram, le riñeron unas cuantas veces y cuando le dijeron que se tendría que marchar si no se callaba, me enfadé y le reñí.
—Fran si no tienes ganas de trabajar márchate, no me importa hacer el trabajo sola. Te lo digo de verdad.
—¿Sigues enfadada?
—No, no estoy enfadada. Eso me da igual, lo que quiero es sacar buena nota.
—¿En serio?
—Claro. —¿Creía que estaba de broma? Yo nunca había bromeado con las notas.
Me sorprendió mucho ver que se callaba y que se ponía a trabajar. Así que avanzamos un poco más de lo esperado. Casi prefería no tenerlo tan cerca porque se había echado mucha colonia, tanta que mareaba. Igual la compraba por garrafas. Normalmente llevaba mucha, pero esa tarde era demasiada.
Mientras abría la puerta de casa vi que había luz. Como siempre María estaba cenando con Alicia y mis padres de cena, era Pablo. Cuando llegué estaba en la cocina trasteando a ver qué había dejado mi madre medio preparado. Así que solté las cosas y me fui a la cocina. Me preguntó si había sido muy horrible y le dije que había ido mejor de lo que esperaba. Había dado por hecho que iría tan mal que me pareció que podría salvar mi nota, que en ese momento era mi única preocupación.
—Me fastidia que por su culpa la nota de historia, justo esa, me baje.
—¿Por qué esa? —preguntó interesado.
—Pues, porque si al final hago algo que no sea de ciencias me puntuará más, o algo así, nos lo explicaron el año pasado y estaría bien tener una buena nota en historia—. Y no aguantaba a Fran Salas, aunque eso no lo dije.
—¿Sigues dándole vueltas a eso?
—Un poco. —Me miré los pies, tenía un cordón de las zapatillas medio deshecho—. Bueno, bastante, pero de aquí a final de trimestre, pufff...
—Eso está bien. Lo de ponerte una fecha, sino llegará final de curso y seguirás así...
—Ahh, ¿pero esto se va a acabar alguna vez? A veces pienso que no se acabará nunca.
—Sí, se acabará y lo echarás de menos. Es lo que dicen todos.
—No creo, y tú tampoco, a no ser que tu antiguo instituto fuera peor que éste, aunque eso es casi imposible. —Me reí, porque lo que había dicho era absurdo, seguro.
—Bueno, sí, era mucho peor. Era un poco más duro, más normas, más presión, más...—Eso me parecía increíble, pero lo decía de verdad.
—Anda ya —dije riéndome—. ¿Era el insti de tu padre o el de tu madre? —Sabía que su padre era profesor y su madre no estaba muy segura, no sabía mucho de él. Nunca había puesto mucha atención a lo que contaban y a él intentaba hablarle lo menos posible.
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Deep Blue ©
RomanceLucía desea que el verano antes de empezar el último año de instituto le sirva para decidir que estudiar y comenzar a planificar su participación en el blog literario que organiza su profesora. Sin embargo su padre decide acoger durante el curso a...