—Pablo —dije encogiéndome de hombros—. Con él nunca me sentí fea.
—¿Pablo? Pero si desde lo del concierto no querías ni mirarlo a la cara. —En ese momento cayó en la cuenta—. Por eso se os veía tan bien cuando expusisteis los trabajos, parecíais los del patinaje artístico. Y lo del beso que casi os pillé... Espera, espera, eso no es un novio, eso es lo de siempre, un crush.
—No te estás enterando. Era mi... No sé qué era. Estábamos saliendo, en secreto, pero sí.
—Bueno, por dos días que hayáis quedado...
—Ay, Ángela, que no han sido dos días, ¿vale? Era... no sé lo que era. Más de lo que piensas, mucho más.
—Era su "casi algo" —María lo dijo como si fuera el nombre científico.
—Anda ya. —Ángela me miraba como si fuera marciana.
—No estoy de broma. Es en serio, completamente en serio.
—Pero, en secreto...
—Si mi madre se hubiera enterado, la cosa habría acabado mal. Así que...
—¡Qué sinvergüenza! Ha salido contigo en secreto para que tu madre no lo echara.
—Se lo propuse yo.
—¿Y le habrás dicho que lo querías, y que has estado pillada desde...?
—No, claro que no se lo he dicho, cómo iba a decirle la verdad. Y no tenía que haberlo creído, pero... —Cogí la novela que tenía mi hermana en la mesita de noche y les dije todo lo que pensaba—. Seguro que él dice "te quiero" más de veinte veces y no significa nada, os apuesto lo que queráis. —Respiré hondo buscando algo de alivio—. Son cosas que se dicen.
—¿Cómo? —chillaron las dos a la vez.
—¿Él te lo dijo? —preguntó Ángela—. ¿Y tú no?
—Sí, me lo dijo y yo no le contesté. Cómo iba a decírselo. —Aquella noche en la playa, en el paseo cuando íbamos a recoger a María, me lo dijo y yo pensé que todo era perfecto. No le contesté, solo lo besé.
—Entonces, los demás lo dicen porque es mentira, pero tú no lo dices porque es verdad. Vivir en tu cabeza tiene que ser una locura.
—Tendría que habérselo dicho. —Cómo no se me ocurrió—. Después de un ridículo así se me habría pasado.
—Joder —soltó María—. Decirle a alguien que lo quieres no puede ser ridículo, nunca. Eres tan orgullosa como mamá y el abuelo.
—El orgullo de los Aguirre, todos sabemos que son así. María tiene razón. Y por si te lo preguntas, yo se lo dije a Fran y lo besé en tercero de la ESO en la fiesta de fin de curso.
—¿Y qué pasó?
—Me dijo que besaba fatal —dijo Ángela con un nudo en la garganta.
—Lo siento tanto. —La abracé, porque nada de lo que yo pudiera decir serviría.
—Ay, Lucía. —Ángela pareció darse cuenta en ese momento—. Eres como el chico malo de las novelas. Eres borde, mandona, problemática, no dices te quiero aunque sea verdad, sales con alguien a escondidas, no eres capaz de reconocer lo que haces mal... Te faltan la moto y un par de tatuajes.
—No le des ideas —suplicó María.
—Pues mira lo de la moto no lo había pensado, pero el tatuaje lo tengo claro. Me haría una serpiente.
—Yo me lo pensaría. Mamá es capaz de borrártelo con el estropajo de la cocina.
—Eres el demonio —soltó Ángela—. Ni siquiera te das cuenta de lo que has hecho.
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Deep Blue ©
RomanceLucía desea que el verano antes de empezar el último año de instituto le sirva para decidir que estudiar y comenzar a planificar su participación en el blog literario que organiza su profesora. Sin embargo su padre decide acoger durante el curso a...