Parte 21

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Sin duda lo mejor fue la conversación del sábado por la mañana en la cocina. Yo había bajado a por el desayuno y mamá estaba recogiendo unas bolsas de la compra que habían traído papá y María. Pablo hacía rato que no estaba.

—¿Qué tal llevas los trabajos? —me preguntó con esa seguridad con la que hablaba siempre.

—Bien, mejor de lo que esperaba.

—Ah, ¿sí? —Parecía muy sorprendida.

—Bueno, los trabajos bien. Lo que no va bien es Fran, pero eso no ha ido nunca bien.

—Lucía, no dejes que te agobie ni te haga de menos.

—No es eso, es que no es listo y no me cae bien.

—Eso espero. Ten cuidado. —Yo no sabía cuántas veces era capaz de decirlo mi madre en un año.

—Sí, no te preocupes. Lo sé.

—Si no lo ves claro, pídele una cita a la tutora para mí.

—Sí, mamá —dije sin mucho ánimo, pero segura de que eso sería algo indiscutible a la hora de decidir no ponerme más con él.

—Oye, ¿y qué sabes de Pablo? —Casi me atraganté. ¿A qué venía preguntarme eso? Se me estaba despegando la suela de las zapatillas de estar en casa.

—¿A qué te refieres? —lo dije solo para ganar tiempo.

—A las notas. A la novia. —Definitivamente mi madre sabía todo lo que pasaba.

—No sé mucho de las notas, no me cuenta nada y no estoy sentada cerca de él. Está sentado más atrás porque es alto. De lo otro no sé nada, aunque supongo que le va bien. No estoy pendiente de su vida, bastante tengo con la mía.

—¿Qué quieres decir con la tuya? —Mi madre tenía los ojos abiertos como platos, ya se habían ido todos mis buenos propósitos a la mierda.

—Pues mi vida, soy una adolescente, tengo muchos exámenes, me voy a morir de la angustia, tengo que aguantar al imbécil de Fran todos los viernes y además soy una espía al servicio de su majestad...

—Vaya por un momento pensaba que tenías algo "interesante" en tu vida.

—Pues no, mi vida es un aburrimiento. Ni el libro de este mes para el reto es interesante. Así que puedes estar tranquila... ¿De todas formas no sé qué tiene de malo salir con alguien? En algún momento María o yo saldremos con un chico ¿no? No creo que seamos tan feísimas ni tan raras... Bueno, María no, ella es muy guapa.

—Claro que no, qué vais a ser feas ni raras. ¿Cómo puedes decir eso? Sois monísimas.

—Ya, lo que tú digas... —María era monísima, yo era un cromo.

—Sois muy guapas y punto. Claro que saldréis con alguien. De todas formas no creo que sea buen momento por los exámenes y demás, ya estás bastante agobiada, no creo que necesites más presión.

—Sí, ya. —Mi madre sabía que yo tenía la cabeza en ese momento como una noria loca.

—Lucía, me preocupo por ti, solo eso. Este es el momento de divertirte, de pasarlo bien, de crecer, de conocer gente, de viajar, de hacer todo lo que se te ocurra... Mejor que no te ates. Las dos sabemos cómo eres, todo te lo tomas por la tremenda.

—Y... —no sabía cómo preguntarlo, así que lo dije todo seguido. —Pablo ¿también se lo va a tomar todo por la tremenda?

—Pablo es una cruz que me ha caído a mí. Creo que entre la música y la niña ésta no tendrá muy buenas notas y yo tendré que darle cuentas a su padre. Quizás eso haga que él quiera que vuelva y mandarlo a casa sería un descanso. En cuanto meta la pata lo subo al primer taxi que pase por la avenida.

Deep Blue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora