Diciembre. Parte 24

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Ojalá diciembre fuera solo sinónimo de Navidad y de vacaciones, pero también lo era de muchas otras cosas. "Ojalá tuviera un lago para patinar" decía una canción navideña increíblemente melancólica. Por fin llegaba el final del trimestre. Era verdad que quedaban unos veinte días, así que había que ser positivos. Era mejor pensar que quedaba poco que caer en el estrés. Pronto, muy pronto, antes del día 12 las notas estarían puestas y los exámenes y sobre todo los trabajos estarían liquidados.

Me gustaba esa palabra: liquidar. Sonaba a película, a algo de gangsters, de la mafia. Sonaba estupendamente y mejor que iba a sonar en cuanto yo consiguiera arreglarlo todo y que ciertas cosas no se repitieran, aunque me estaba adelantando.

La primera semana de diciembre había sido el infierno, con tantos exámenes y las exposiciones orales. Se notaba el estrés en la clase, había mucha tensión. La gente no se hacía tantas fotos, no se pasaban la mañana comentando y diseccionando lo que habían colgado otros en Instagram la tarde anterior, aunque estuvieran dos mesas más allá. Mis compañeros de clase debían de pensar que el cotilleo constante era otra asignatura más y que entraba en la media, no había otra forma de explicar el interés que se tomaban.

El estrés aquí no se combatía como en otros sitios con llantos en los baños y ataques de ansiedad en el banquito de la conserjería. Aquí todos hablaban de los viajes que harían durante las vacaciones y decían abiertamente que las notas no eran un problema. Con aprobar se daban por contentos, porque andaban mirando universidades privadas, donde se suponía que iban a encontrar más de lo mismo y sus vidas no cambiarían lo más mínimo.

No era que para mí las notas fueran un problema. Yo quería nota, siempre me había volcado en los estudios y en cierto modo me refugiaba en ellos. De todas formas en casa no se habrían conformado con menos. Suponía que eran los genes de mi familia, éramos competitivos, no había más. No me había planteado si iría a una universidad privada. Cuando salía el tema en casa, todos dábamos por hecho que iría a una pública, las públicas eran buenas, eran lo normal y para ser sincera quería cambiar de ambiente, así que una facultad de esas parecía la mejor opción para mí, para todos. No quería que mis padres pagaran lo que podía costar una privada, que seguramente sería mucho, quizás como para pedir un préstamo o ampliar la hipoteca, aunque sinceramente ese no era nuestro caso.

Así que cuando me vi delante de la pizarra, poniendo en el ordenador la presentación que habíamos hecho para historia y vi a Fran tan seguro de sí mismo, por no decir otra cosa, supe que todo iba a ir bien. Lo que no esperaba era que saliera tan bien. Fran tenía algo difícil de explicar, algo que hacía que todos lo miraran. Era como si fuera un famoso aunque no lo era. Tenía algo que hacía que cuando se cortaba el pelo los demás lo imitaran, que cuando se ponía una camiseta días después los demás se la compraran, algo que cuando hablaba hacía que todos se rieran con él y que cuando no le iba bien todos lo quisieran consolar.

Salió mejor que bien. Yo había estado un poco preocupada, porque don Emilio había faltado unos días. Tenía unas reuniones de esas que él solía tener y que debían ser superimportantes para que faltara cada dos por tres. Así que los trabajos se aplazaron para la primera semana de diciembre.

Los compañeros lo miraban embobados y a don Emilio se le caía la baba. Cuando terminamos nos felicitó, estaba segura de que en el fondo los halagos eran para él. Yo no contaba, daba igual. El trabajo estaba acabado y la nota era mejor que buena. Lo más recomendable era no pensar en lo raro que había sido todo. Mientras estábamos haciendo los trabajos, yo lo había hecho casi todo, sin embargo delante de los compañeros él llevaba la voz cantante y yo era la chica del mago, con más ropa, pero solo eso. Yo no era un florero, no lo había sido nunca y no quería serlo.

Con el de tecnología pasó tres cuartos de lo mismo. Había salido perfecto y todos estaban de acuerdo. La tutora nos dio la enhorabuena. Yo estaba segura de que ella misma había tenido dudas al ponernos juntos, aunque se le habían pasado del todo, de golpe y eso no era bueno. Eso había que arreglarlo.

Deep Blue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora