Parte 40

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Igual que habíamos hecho el día anterior dedicamos la tarde a estudiar. No me di cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo hasta que mi madre llegó y nos encontró en el salón con toda la mesa llena de cuadernos y apuntes, y el sofá ocupado con libros y fotocopias.

Me había preguntado, en un descanso que hicimos, por qué María nunca aparecía por casa. Tuve que decirle la verdad, María no se callaba ni debajo de agua y yo me distraía con una mosca. Los dos últimos años habíamos acordado que yo me quedaba en casa por la tarde. Alguna vez estudiaba con Ángela, aunque normalmente ya lo había mirado todo por mi cuenta y lo que hacía con ella era repasar.

Al día siguiente, la tutora me llamó al final de la clase para preguntarme si me parecía bien hacer los proyectos del tercer trimestre con Pablo. Le dije que lo llamara a él también por si no quería. A ella esa posibilidad le pareció la tontería más grande que había oído en toda la semana, pero lo hizo. Cuando él contestó que le parecía perfecto, mirándome con una sonrisa confiada, yo le di la respuesta que tenía preparada.

—Será cómodo, vivimos en la misma casa, somos como amigos, como uña y carne.

Así rematé otra preciosa mañana en el instituto y después de comer me fui a la academia de inglés. Lo que no sabía era lo que me esperaba a la vuelta. No hacía falta ser muy lista para saber que Pabló estaría en el salón estudiando, lo que no esperaba era su actitud que casi rozaba el enfado.

—Hola, ¿te ha cundido la tarde? —pregunté muy animada.

—Algo así.

—Pues suelto mis cosas y me vengo contigo.

—Tenemos que hablar.

—Uyyyy, qué mal suena esa frase en cualquier situación. No me había parado a pensarlo.

—Sí, últimamente no has pensado mucho.

—¿Qué...? ¿Tú de qué coño vas? —se lo dije tal y como se me pasó por la cabeza. Se lo había buscado, quién era él para reñirme.

—No voy de nada, pero no sé porqué le has dicho a la tutora que íbamos a hacer los trabajos juntos. No creo que sea cómodo, no quiero que tengas que cambiar tus horarios, ni que tengas que cargar conmigo —lo dijo con una mueca de asco y todo.

—Me lo podías haber dicho en el instituto o habérselo dicho a la tutora directamente. Si no querías hacer los proyectos conmigo no tenías... Sabes qué da igual, ya veré como lo arregló. —Increíble media clase quería hacer los trabajos conmigo y éste imbécil no quería. Flipante.

—Y quería, pero no quiero que tengas que...

—Sí, sí, cargar contigo y todo eso. Pues, llegas tarde porque vengo de cambiarnos a Ángela y a mí de clase de inglés, nos han pasado a los miércoles para que tú y yo coincidamos los martes y los jueves. —Imbécil, esto no lo dije pero me quedé con las ganas. Me había costado la vida.

—¿Has hecho eso? Así ¿tan fácil?

—Claro, te lo he dicho. ¿Por qué no iba a ser fácil? —De fácil no había tenido nada, pero no lo iba a reconocer.

—No sé, pensé que te podrían haber puesto con Ángela o yo qué sé. Además te preguntó si te parecía bien. —Parecía confuso, últimamente siempre lo estaba—. ¿La gente hace siempre lo que tú quieres?

—Ojalá, pero no. Los de la academia no lo han hecho por mí, la posibilidad de que ella y yo nos borremos y probablemente nuestras hermanas también ha debido de influir un poquito. Así que no, no lo han hecho por mí, es por el dinero. La tutora después de lo del primer trimestre, prefiere preguntarme y el trimestre pasado ya estuve con Ángela...—me encogí de hombros como si eso fuera una explicación.

Deep Blue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora