Parte 34

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Me costó elegir y decidirme. Finalmente opté por contar para el concurso la historia de otra persona. La vida de alguien que me fuera ajeno y que yo hubiese creado a mi gusto, porque siendo sinceros para contar la propia vida había que ser valiente y para contar la de alguien que conociera había que ser cobarde. No podía desvelar ningún secreto. Hurgar en las heridas de otros me resultaba tan mezquino, tan desagradable... Yo no era así. Eso lo sabía. Esa era una de las pocas cosas que tenía claras.

Así que me dejé llevar por aquella primera idea que se había venido a mi mente. Si cerraba los ojos podía ver la cara de aquel chico, podía ver sus ojos tan negros, su pelo rizado, su piel tostada. Su nombre sería Ahmed. No era el nombre de ningún chico que yo conociera, ni de los que habían estado en mi clase. Puede que lo hubiese escuchado en la televisión o leído en algún libro, pero no era nadie hasta ese momento.

Sabía su nombre y veía su cara con la misma claridad que veía a la gente que me rodeaba. Cuanto más pensaba en él más tenía la sensación de que lo conocía y me surgían cientos de preguntas. ¿Sería una historia triste o tendría esperanza? ¿Sería una historia más de las que salían en las noticias? ¿Sería alguien a quien mereciera la pena conocer?

Todo aquello me resultaba tan poco conocido, solo sabía lo que veía alguna vez en las noticias. Tenía claro que quería profundizar en el tema, quería saber más, qué posibilidades tendría. Para empezar había elegido algo que no tenía nada que ver conmigo, algo que estaba muy lejos de mi realidad. Eso lo convertía en un reto.

No quería hacer algo fácil o crear un personaje que pudiera confundirse conmigo, por eso había elegido un chico. Quería que mi protagonista fuera especial y que fuera una historia de esperanza, había que hacer lo posible para que se salvara de cualquier peligro. A fin de cuentas Isabel había decidido publicar los textos en el blog con el nombre del autor, así que no podía ser nadie que pudiese parecerse a mí.

La voz del narrador también era una cuestión importante. Estaba claro que sería en primera persona para que los lectores fueran capaces de fundirse con él, de saber todo lo que pensaba y sentía como si fuesen ellos mismos. Si me paraba a repasar los libros que había leído la mayoría habían sido escritos por hombres, algunos de mis amigos eran chicos, así que asumir un discurso masculino no podía resultar muy complicado.

¿Sería un narrador fiable o no? Me decidí por el primero porque mi protagonista sería un héroe moderno, evidentemente que eso le quitaba realismo. Si fuera un adolescente normal dudaría de todo, se equivocaría todo el tiempo, confundiría sus sentimientos y los de los demás y todo eso lo llevaría a malentendidos y complicaciones, incluso haría daño queriendo o sin querer. Me tentaba el narrador poco fiable la verdad, pero no quería que fuera como yo, alguien tan inseguro que no supiera ni quién era, alguien con una visión sesgada de las cosas y que a menudo no supiera si sus ojos y sus oídos lo engañaban.

Por otra parte había que escoger el tiempo en el que contaría la historia. ¿Presente o pasado? Pasado, sin dudarlo para tomar un poco de distancia y saber cómo terminaba la historia. ¿Perfecto o imperfecto? Imperfecto con toda seguridad, porque es el tiempo de las acciones inacabadas, porque hay cosas que ocurren una vez y quedan ancladas en ese momento, pero otras siguen ocurriendo reiteradamente y ni podemos ni queremos dejarlas en el pasado, porque su tiempo no ha terminado.

Otra elección difícil era el espacio. Podíamos elegir un lugar lejano para distanciarnos de la historia y al mismo tiempo conseguir que fuera más atractivo para los lectores. Por otra parte hablar de lo conocido era cómodo para el autor y hacía que la narración se volviese verosímil al instante. Muchas novelas empezaban así, situando al lector en el tiempo y el espacio. Tal vez eso era lo más sencillo y lo más difícil a la vez, hacer creer al lector que lo que estaba leyendo era cierto, contándole una mentira que podría ser verdadera. Confieso que me perdí en el momento en que empezó a recitar de memoria el inicio de El Quijote: "En un lugar de la Mancha..."

Deep Blue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora