Parte 5

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Agosto había ido pasando lentamente, los días se me habían hecho eternos. Estaba desganada, no me distraía con nada. Me había llevado el portátil a la playa, porque a final de curso la profesora de lengua colgó un cartel en el tablón de anuncios de la biblioteca para un proyecto que quería organizar para el año siguiente. Consistía en un reto lector, cada mes había que leer un libro que cumpliese con unos requisitos que aparecían en aquel póster. De cada uno había que poner la ficha técnica, un resumen de entre 5 y 10 líneas, elegir una frase o un párrafo que nos hubiese llamado la atención, explicar por qué lo habíamos elegido y qué nos había aportado ese libro.

Isabel llevaba con nosotros desde tercero. Esperaba que ese año también nos diera clase. En nuestro instituto era normal que los profesores repitiesen con los grupos y que fuesen cogiéndolos en los años sucesivos. En tercero además fue nuestra tutora y nos conocía bastante bien, sobre todo a los pocos que la habíamos tenido en libre disposición en cuarto.

Siempre nos animaba a participar en concursos. Nos llevaba de excursión, a exposiciones, teatros, ferias de libros y todo lo imaginable. Debía de tener un record de salidas del instituto. Este año había pensado en el reto lector y en cuanto me lo dijo le contesté que podía contar conmigo. Además sugerí que para hacerlo más interesante podríamos grabar vídeos como si fuéramos booktubers o hacer un blog. Tenía que haberme callado y ver si realmente me leía los libros y hacía las dichosas fichas, pero lo dije sin pensar porque me pareció una idea genial. Por suerte la sugerencia de los vídeos le pareció demasiado arriesgada y la descartó de inmediato. Sin embargo la otra le encantó y en dos días tenía el blog listo. Se iba a llamar Sopa de libros y había un dibujo de un tazón humeante con libros dentro. En realidad era un juego de palabras con el nombre del centro. Incluso nos dio la opción de que los textos se publicasen con nuestro nombre o anónimamente. Yo me había decidido por la segunda opción.

Mientras los demás estaban despidiéndose, yo estaba en la playa sentada en una toalla sobre la arena viendo la última puesta de sol de las vacaciones. Algunos salían esa misma noche y otros por la mañana. No me gustaba nada la despedida, así que yo no iba a eso. Prefería irme sola a la playa y tener un momento para mí, para pensar en mis cosas.

Este año además eran más cosas que de costumbre. La primera semana había pasado algo que habría podido hacer que ese verano fuese totalmente distinto a como yo lo había imaginado, algo horrible. Había tenido suerte y las cosas no se habían torcido demasiado. Así que en cuanto había conseguido quitarme aquella sensación tan mala que había tenido, todo había sido como siempre: playa, piscina y más playa. También habíamos hecho una excursión a un sitio cercano. Papá siempre buscaba algo pintoresco que hacer, algo que se recordaba siempre. Aunque lo de este verano sí que iba a ser inolvidable y yo estaba segura de que para mal. 

Durante muchos años, mientras fuimos pequeñas, papá nos ponía en el mes de julio una serie de los años 80 que se llamaba Verano azul. Contaba la historia de un grupo de chicos que coincidían en la playa de Nerja y a lo largo de esas vacaciones crecían, se hacían amigos, descubrían el amor, se enfrentaban a la muerte de un ser querido y al dolor de la despedida. Todos los años invariablemente llorábamos antes de ir a la playa. Era una tradición de los Flores en la que también participaban las hermanas Ramírez. No, este tampoco había sido un verano azul y no podía dejar de preguntarme si alguna vez tendría un verano así.

—Hola —seguro que había dicho algo así, pero yo solo me volví porque noté una mano en el hombro y casi sentí que me electrocutaba.

—Hola —contesté intentando no parecer asustada, solo sorprendida.

—Perdona, no quería asustarte.

—¿Quieres sentarte? —Se lo pregunté porque me molestaba tener el cuello torcido y estar mirando hacia arriba. Así que me aparté un poco para dejarle sitio. ¿Qué hacía allí? Todavía no era septiembre, ¿ya iba a empezar a darme la lata? No quería decir nada porque sabía que iba a sonar un poco borde. Esperé a que estuviera sentado y a que empezara a hablar, parecía que también le gustaba ver el paisaje.

Deep Blue ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora