De los días posteriores a la EvAU solo recuerdo ir a la piscina de Nerea o de alguna amiga suya y salir por la tarde como siempre habíamos hecho, al club social, a la pizzería, a los locales de la zona. Todo muy normal excepto nosotras que estábamos a medio gas. Incluso después de que se fallara el concurso de relatos y el mío fuera el ganador.
Uno de esos días incluso hablé con un chico que conocí en el curso intensivo para selectividad, no podría decir de qué, no recordaba su nombre era posible que no me lo hubiera dicho, no quise nada más con él, se fue al cabo de un rato. Yo no era una de esas chicas de las novelas cuya sangre pedía venganza, estaba claro. No iba a tener más remedio que hacerlo bien, sin prisa. Me gustaría decir de mí misma que fue así porque yo era muy buena persona, por lo mucho que significaba Pablo para mí, porque cómo se llamara no se lo merecía, por... Si seguía pensando seguro que encontraba más motivos. De todas formas yo tenía clarísimo que ni éste ni los chicos con los que había hablado o bailado, incluso con los que me había besado, se habían enamorado perdidamente de mí y no era una cuestión de autoestima. Todos hablamos, bailamos y besamos porque sí y no había que darle más vueltas.
No era buena y probablemente no lo fuera nunca. Lo hice por mí, exclusivamente por mí, porque los besos del despecho saben amargos y era yo la que no me los merecía. La próxima vez que besara a alguien al menos me gustaría, tendría esa certeza, aunque en ese beso no tuviera el corazón en los labios.
El 26 de junio nos acercamos al instituto. Las notas habían salido esa mañana y nos iban a dar un resguardo. Nuestras hermanas tenían que devolver los libros de texto porque no les había quedado ninguna asignatura. Esa tarde había un acto de graduación para los alumnos de cuarto y como era tradicional se entregaban los premios a las mejores notas de cada curso, un diploma y un vale de papelería, cortesía de don Emilio.
Muchos nervios contenidos que empezaban a salir a la superficie. Claudia ya tenía claro que con la nota que tenía no iba a entrar en ninguna de sus carreras preferidas a menos que se fuera a otra ciudad y esa opción era la que en ese momento les parecía mejor. Sus padres pensaban alquilarles un piso donde pudieran entrar los dos. Carlos quería hacer odontología aquí o donde fuera y estaba contento. Por el camino se les ocurrió que podríamos irnos todos juntos y compartir el piso que fuera, pero ni Ángela ni yo parecíamos muy dispuestas.
El plan era solucionar lo antes posible el papeleo y luego irnos a la piscina de la urbanización de unas amigas de María y de Nerea que vivían en el bloque encima de la autoescuela. Allí en el patio delante del instituto estaba Pablo, hablando con dos compañeros de clase, charlando y riendo tan tranquilo. Llegamos y empezaron los saludos, las felicitaciones y las sonrisas de todas clases, unas más sinceras y otras menos, tampoco me importaba.
Los meses en La Rosaleda le habían venido muy bien, había aprendido a fingir casi tan bien como yo. Se acercó a nosotras y nos felicitó. Todos tenían mucho que decir, así que opté por callarme. En medio de aquel barullo salieron la tutora de nuestra clase y el profesor de filosofía, que era el encargado del grupo de letras y nombraron a algunos de nosotros para que entráramos al despacho de don Emilio. El director nos esperaba para dar la enhorabuena a los alumnos que habíamos obtenido las notas más altas en la selectividad. Quién iba a pensar que él precisamente iba a ser mi héroe.
—Bueno —mi voz sonaba rasposa—, no quiero hacer esperar a don Emilio. Ya nos veremos.
—Un momento... —María me retuvo por el brazo y me obligó a quedarme—. El viernes es la fiesta de inauguración de la piscina, habrá una barbacoa como todos los años. Nos gustaría que vinieras. —¿En serio? Nos miramos un momento y ella volvió a hablar—. Pablo, si no tienes prisa, quédate y os ponéis al día.
—Lo que tú digas. —Le eché una mirada asesina. Estaba loca. Tantas novelas le habían fundido los plomos a mi hermana—. Me voy que no quiero hacer esperar a nuestro director.
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Deep Blue ©
RomanceLucía desea que el verano antes de empezar el último año de instituto le sirva para decidir que estudiar y comenzar a planificar su participación en el blog literario que organiza su profesora. Sin embargo su padre decide acoger durante el curso a...