Un Romance Mafioso © {1}

🫦Capítulo 54🫦

ÁNGELA

Enojo; eso era nada para cómo me sentía ahora. Me engaño y me utilizo como una puta carnada para llegar a mi padre. Pero qué demonio esperaba.  

—"Dame un alma".  

Mi padre me ignoró. —"Axel lleva a Ángela a un lugar seguro; cuidará de mi hija con tu vida".  

—"No soy una cobarde, voy a pelear y más vale que me den una pistola ahora o salgo así desarmada, pero a esconderme no voy".  

—"Àngela es por tu seguridad".  

—"Esconderse es de cobarde, no soy ninguna cobarde". — Me giro hacia Axel. —"Dame una pistola; sé que tienes más de una".  

Mi padre se coloca en medio. — "Esta no es tu guerra, es mía, así que maldición vete".  

—"Es mi guerra cuando me secuestra dos veces, cuando por su culpa casi muero, cuando me siguió hasta aquí para matar a mi gente".  

Miro a Axel. —"Dame la puta pistola o juro por Dios que te mataré con mis propias manos".  

Alex mira a mi padre y este hace seña para que me la den. Cuando me pasaron el alma, la revisé; estaba llena de bala. Antes de escuchar a alguien empecé a salir hacia afuera.  

CONNOR   

No estaba en mis planes dejar ir a Àngela, pero necesitaba saber la ubicación. Sabía que cuando se enterara de la razón me iba a querer matar, pero eso ahora mismo no me importa.  

Desde que salí de la habitación fui directo a buscar a mi hombre para irnos a Moscú. Necesitaba estar aquí para cuando ella aterrizara. No fue difícil seguirla, ya que tenía su ubicación.  

Me dirigí hacia mis hombres. —"Qué a nadie se le ocurra dispararle a ninguna mujer". — Sabía que estaría segura, pero quería asegurarme más.  

Empezamos a disparar hacia la seguridad de la casa Crane. En una fracción estábamos recibiendo bala en contra; estaban respondiendo al fuego.  

«Maldición» Entre más matábamos, más salían. El tonto de Walter sabía que iba a ir por él y no me iba a ir de aquí antes de ponerle una bala entre ceja y ceja.  

—"No vemos a ninguno de la familia Crane solo a sus hombres". —Habla Max.  

—"Qué espera, es un cobarde, de seguro escapó como la rata que es".  

Cuando subí la mirada para disparar, me encontré con dos ojos azules mirándome con un odio que no sabía que era posible. Estaba ahí parada entre el medio de la balacera; era sin duda una demente.  

Pero no duró mucho porque su padre salió y la tomó del brazo llevándola hacia un lugar para cubrirse.  

«Qué mierda hace peliando»

Pero, qué esperaba, sabía que ella no se iba ahí sin dar pelea, no luego de descubrir que la usé para llegar a su padre.