Un Romance Mafioso © {1}

🫦Capítulo 79🫦

CONNOR

Entramos disparando a todo. Walter estaba cerca de mí; se sentía extraño que hoy estuviera luchando con él a mi lado para acabar con Donato.

Los militares nos estaban protegiendo mientras subíamos habitación por habitación en busca de Ángela.

Hasta que abrimos una puerta y ella estaba acostada, llena de sangre y completamente desnuda.

Miré hacia arriba y me encontré con Donato sonriendo. —"Llegan tarde".

—"¿Qué le hiciste a mi hija?"

—"Nada, te aseguro que ella también se lo gozó".

Yo estaba ahí, viendo a Ángela desnuda en una cama, amarrada, mientras estaba llena de sangre.

Walter me hizo regresar a la realidad y Donato no miró.

—"Mira qué lindo, los enemigos por fin amigos".

Apunté a Donato. —"Te mataré si le pusiste tu sucia mano a mi mujer".

—"No te preocupes, le hice algo mucho mejor que eso".

—"Llévate a mi hija; yo me encargaré de Donato".

Me acerqué a la cama y envolví a Ángela en una sábana, la tomé en mis brazos y me acerqué a Walter.

—"No lo maté, lo necesitamos vivo".

—"Está loco, mira lo que le hizo a Ángela".

—"Por eso mismo no merece una muerte tan rápida, merece meses de tortura".

La puerta se abrió, revelando a los militares. Walter se giró hacia ellos.

—"Axel".

El hombre que estaba antes con Walter apareció.

—"Dígame, Sr. Crane".

—"Llévalo a la mansión, lo quiero vivo".

—"No se preocupe, así lo haré".

Me giré hacia Walter. —"Vámonos, necesitamos llevarla al hospital ahora".

Uno de los militares comenzó a conducir. Tenía a Ángela inconsciente en mis brazos en la parte de atrás del carro; Walter también estaba a mi lado.

Él se acercó a Ángela. —"Perdóname, cariño, jamás hubiera permitido esto". —Él se giró hacia el conductor. —"Date prisa".

Abracé a Ángela más contra mi pecho, inclinando mi cabeza para que mi frente chocara con la de ella.

—"Tienes que vivir por nosotros, tienes que ver cómo tu padre y yo por fin no queremos matarnos". —Le di un beso en la frente. —"Por favor, mi amor, no te mueras".

Cuando llegamos al hospital, Walter salió rápido buscando a un médico. El médico y las enfermeras se acercaron con una camilla.

Colocamos a Ángela en la camilla suavemente y comenzamos a caminar con ella. Pero, como siempre, la enfermera nos detuvo.

—"Tiene que esperar aquí, señores".

Nos sentamos en la sala de espera. Walter estaba cerca de mí.

Él se giró hacia mí. —"Si le pasa algo a mi hija, mátame".