🫦Capítulo 35🫦

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CONNOR

Al mediodía estaba en el restaurante Grand Café esperando a Ángela que llegara. Estaba listo para ir a su casa si era necesario, si no aparecía.

No esperé tanto cuando se acercó a mí sin sus secuaces; era inteligente; sabía que no podían vernos.

Cuando llegó a mí, le sonreí, pero mi risa desapareció cuando sus ojos me fulminaron. —"¿Qué pasa?". —Preguntó.

—"Cómo te atreve tu pedazo de cabrón a instalarme a mí un microchip con micrófono". — No tenía idea de cómo descubrió eso, pero cuando tiró el teléfono en la mesa, la carpeta estaba abierta; no sabía cómo pudo entrar a mi teléfono.

—"Siéntate y hablemos".

—"Crees que voy a hablar con un maldito mentiroso como tú, Joder, por eso me secuestraste verdad para tener la ubicación de mi casa y matar a mi padre. Pero claro, no lo iba a matar antes de follarte a su hija". — Todo lo que estaba diciendo era lo contrario; ese microchip lo instalé para saber dónde estaba ella todo el tiempo y me la follé porque llevo un jodido año enamorado de ella como un tonto.

—"Toma asiento".

Se acercó a mí y subió un dedo amenazador apuntándolo hacia mí. —"Escúchame muy bien, maldito, lo que pasó, borralo de tu cabecita". — Su dedo tocaron mi frente dando golpecito. —"Bórralo de tu sistema porque jamás se va a repetir y antes de que te atreva a matar a mi padre te mato yo misma con mi propia mano".

Agarré su mano jalándola hacia mí; calló arriba de mi cuerpo. Coloqué mis dos manos en su cintura y la subí a mi regazo.

—"Qué crees que está haciendo, imbecil, estamos en un restaurante y la gente está viendo".

—"Me importa una mierda la gente". Agarré su cabello con una mano antes de enderezar su cabeza para que me viera a los ojos. —"Eres mía, me pertenece, te guste o no, y te seguiré follando, te guste o no, y si tengo que trasladar mi mafia a Moscú lo haré para seguir haciéndote mía toda la noche".

—"¡Suéltame!".— Empezó a moverse, pero apreté mi otra mano en su cintura más fuerte. — "Pedazo de mierda, ¿por qué demonio hace esto?".

No respondí y acerqué su cara a la mía antes de chocar mis labios con lo de ella; no respondió. Pero apreté su cabello en forma amenazadora mientras la acercaba más a mi boca. Cuando respondió al beso, gimió contra mi boca, haciendo que mi pene se endureciera al instante.

La mano que tenía en su cadera empezó a subir por su blusa, pero ella se despegó de mí. —"Estamos en un restaurante y yo todavía no he terminado de hablar contigo".

Mire alrededor y todos los ojos estaban en nosotros; deje que se bajara de mi regazo.

—"Donde me pusiste el microchip".

—"No te lo diré". — Claro que no se lo iba a decir.

—"Sabe que hay máquina para saber dónde está".

Me paré de la silla; sabía que mi pene estaba duro, que podían verlo, pero no me importaba eso; me acerqué hasta ella.

—"Si fueras tú no lo intentaría".

—"Quieres apostar, lo voy a averiguar y me sacaré tu porquería de aparato de mi cuerpo".

—"Déjame comentarte una cosa muy pequeña". — Me inclino hasta su oído. —"Ese microchip no solo está en tu cuerpo; está enterrado dentro de tu carne; si intenta sacarlo tendrá que mocharte una parte importante de tu cuerpo". — Me incliné hacia atrás para verla y levanté mi mano hasta sus senos. —"Y no vas a querer perder una de esta hermosura".

Un Romance Mafioso © {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora