Un Romance Mafioso © {1}

🫦Capítulo 72🫦

ÁNGELA

Estaba corriendo lejos del hospital; el maldito vestido no me dejaba correr más rápido. A este paso, Connor podía encontrarme.

Claro que fingir el desmayo era la única forma que tenía de escapar de él. Lo que acababa de hacer Connor era la sentencia de muerte para él y para mí, si Donato descubría que fue por mi culpa.

Maldición, Donato Castillo es un hombre que no perdona, y sabía que iba a empezar a matar a todo el que estaba involucrado en la muerte de su único hijo. Cuando por fin él estaba entrando en el mundo de la mafia, se lo matan.

Al matar a Saúl Castillo, Connor lo dejó sin linaje y eso ninguna mafia lo perdona.

Me detuve en una autopista, esperando un carro; sabía que estaba cerca de la casa, pero se me hacía difícil correr con este vestido que mi padre exageró, y el embarazo también.

Cuando alguien se detuvo, me subí al carro y tomé su teléfono para llamar a mi padre. Cuando él me contestó, nos pusimos de acuerdo para que él me enviara a alguien a buscarme.

Cuando llegué al lugar, estaba Axel esperándome. Me subí al carro y él condujo hasta llegar a la casa. Entré y me encontré a mi padre y a Donato sentados en la sala.

Ellos me vieron entrar y se levantaron para caminar hacia mí. Mi padre me envolvió en sus brazos.

—"Oh, cariño, me alegra que estés bien".

Lo miré y le sonreí; luego miré a Donato, y él me miraba. No entendía por qué estaba aquí, se suponía que había llamado a mi padre, pero él, ¿por qué razón estaría aquí?

Es demasiado rápido para que descubra que su hijo está muerto. Estaba a punto de preguntar, pero él me envolvió en sus brazos.

—"No te preocupes, voy a vengar la muerte de mi hijo".

Me despegué de él sin tener idea de cómo descubrió eso.

—"¿Cómo lo sabes?".

Estaba esperando su respuesta, pero en lugar de él, mi padre habló.

—"Donato instaló cámaras afuera de la casa que le regaló; quería cuidar de su hijo y de ti. Entonces, cuando fue a ver para saber si habían llegado bien".—Mi padre dio una respiración profunda. — "Vio que un hombre había entrado mucho antes de que llegaran".

Esta vez, quien continúa no fue mi padre, sino Donato. Me giro a verlo.

—"Mandé a algunos de mis hombres; ya ustedes habían llegado; estaba mirando. Entonces miré cómo había salido drogada en brazos de ese cabrón".

Miré tristeza en sus ojos, pero rápidamente fueron reemplazados por odio. —"Cuando mis hombres llegaron, fue demasiado tarde: mi hijo estaba muerto y tú no sabía para dónde te habían llevado".—Él agarró mi barbilla. — "Puedes decirme quién es el asesino".

—"No hace falta que ella lo diga, está claro que fueron los Tynes".