🫦Capítulo 71🫦

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CONNOR

Mire el cuerpo del imbécil caer en la cama sin vida. Lo estaba esperando; mandé a investigar todos los movimientos de Donato Castillo y, cuando supe que había comprado una propiedad poniéndola a nombre de su hijo, supe que era ahí donde iban a pasar la noche.

Desde que escuché la confirmación, cuando fue a hablar con Ángela, vine directo a la casa. Estaba sentado en la sala esperándolo.

Iba a matarlo desde que entrara por la puerta, pero se complicó cuando llevaba a Ángela entre sus brazos.

—"¿Qué has hecho?"

Me giré hacia Ángela. —"Al parecer, se te olvidan mis palabras, nadie te toca".

—"Sabe la guerra que se armará cuando Donato sepa que su único hijo está muerto".

—"No me importa".

—"Dios, eres un completo estúpido, un maldito estúpido, no sabes lo que has hecho".

Ella mira el cuerpo de Saúl y luego a mí. — "Esto no te lo voy a perdonar".

—"Buscaremos una manera".

Saqué la inyección de mi bolsillo; ella la miró antes de alejarse de mí.

—"No te atrevas a inyectarme eso".

—"Entonces vámonos".

—"No". — Intenté acercarme a ella. —"Connor, eso podría hacerle daño al bebé".

Sus palabras me detuvieron; no sabía si tenía razón o no, pero, maldición, tenía que haber investigado. Para llevármela ahora era complicado.

Entonces empecé a guardar la inyección, pero un grito de Ángela me hizo subir la cabeza hacia ella.

—"¿Qué pasa?"

—"Me duele." — La vi tocarse el vientre. —"Creo que voy a perder el bebé".

Me acerqué a ella más rápido de lo que creía posible en este mundo. — "No digas eso".

Ella me señala con el dedo débil. — "Si lo pierdo, tú serás el único culpable".

Entonces vi cómo cerró los ojos, a punto de caer al suelo, pero la sostuve antes de hacerlo. Bajé al suelo con ella en mis brazos, colocándola despacio en el suelo.

Agarré su barbilla. —"Ángela." — Pero ella no reaccionaba. —"Vamos, mi amor, por favor, abre esos ojos hermosos que tienes". — Pero no despertaba.

La tomé en mis brazos. — "No dejaré que mueras, ¿me escuchas? Tienes prohibido morir mientras yo viva; eso implica a nuestro hijo; los dos tienen prohibido morir".

Salí con ella en mis brazos antes de colocarla en la parte de atrás del carro. Empecé a conducir como loco hacia el hospital más cercano.

Cuando llegué, la saqué entre mis brazos y la llevé por emergencias. Los médicos se me acercaron con una camilla.

—"¿Qué ocurrió?"

—"Estábamos hablando y se desmayó, está embarazada".  

Vi cómo se la llevaban; quería ir tras ella, pero una enfermera me detuvo.

Luego de media hora sentado mirando al reloj, el doctor por fin salió.

—"Dígame que mi hijo y mi esposa están bien".

—"Es complicado lo que le voy a decir".

—"Hable."

—"Ella está perfectamente bien".

—"¿Qué quieres decir con eso? Ella se desmayó".

—"Creo que su esposa solo estaba fingiendo".

Miré al doctor, quien acababa de decir las palabras; estaba fingiendo y yo, como un estúpido, caí en sus mentiras.

Pero ya no iba a ser más complaciente con ella, se iba conmigo por las buenas o por las malas.

—"¿Dónde está? Llévame con ella".

—"Ese era el tema complicado". — Él me miró. —"Su esposa escapó del hospital".

Un Romance Mafioso © {1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora