📚Capítulo 71📚

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LIAM

Me coloqué entre sus piernas, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el mío. Con un leve temblor de anticipación, coloqué mi pene en su entrada, y sin pensarlo más, entré de golpe dentro de ella. Un gemido de sorpresa y placer escapó de sus labios, un sonido que reverberó en mi pecho.

—"Estoy aquí, mi amor"—le dije, mirándola a los ojos, sintiendo la conexión entre nosotros intensificarse.

Me incliné más hacia ella, nuestros rostros tan cerca que podía sentir su aliento cálido en mi piel. La besé con una necesidad incontrolable, un beso salvaje y apasionado que hablaba más que mil palabras. Cada roce de nuestros labios encendía una llama que solo ella podía avivar.

Desprendiéndome lentamente, comencé a moverme dentro de ella, rápidos y profundos movimientos que hacían que cada instante se sintiese eterno. Cada embestida era mejor que la anterior; era como si nunca fuera a cansarme de tener a esta mujer en mi vida. Su cuerpo respondía al mío con cada giro y cada empuje, y el mundo exterior se desvanecía por completo.

—"Liam..."—gimió, su voz llena de deseo.

Escuchar mi nombre caer de sus labios era lo más dulce que podía imaginar. Cada gemido llegaba a mis oídos como música, alimentando mi deseo y amor por ella. Me movía con el propósito de que nunca se olvidara de mí, de nuestra conexión, de esto que apenas comenzaba.

—"Estoy..."—susurró, su cuerpo empezando a temblar bajo la presión de nuestro encuentro.

—"Dame lo que es mío"—respondí, mi voz grave y cargada de deseo. La sentí apretando mi pene, un movimiento que la llevó al borde, y su gemido ensordecedor me avisó de su cercanía. En ese instante, la química entre nosotros alcanzó su punto máximo.

Con un último empujón, me dejé llevar, y entre los temblores de ella, me vine dentro de ella, llenándola de mi esencia. Nos quedamos paralizados por un momento, nuestros cuerpos entrelazados mientras la intimidad de la situación nos envolvía.

Le quité suavemente la esposa y la acosté en mi pecho, deseando que ese momento durara para siempre.

—"Mírame"—le dije, acariciando su cabello mientras ella, todavía con los ojos entrecerrados, levantó la cabeza de mi pecho y me miró con una mezcla de asombro y satisfacción.

—"¿Qué pasa?"—preguntó, su voz era un susurro, llena de una curiosidad que solo aumentaba mi deseo por ella.

—"Te amo, Srta. Ramírez. No sé cómo pasó, pero no solo te metiste en mi mente, sino también en mi corazón"—le confesé, sintiendo una vulnerabilidad que rara vez mostraba.

Sus ojos se abrieron, sorprendidos, como si le hubiese revelado un secreto profundo y verdadero.

—"Yo también te amo, Sr. Estricto y odioso"—respondió, una sonrisa traviesa iluminando su rostro.

Nos quedamos así, en silencio, con la promesa de que este amor era solo el comienzo de nuestra historia juntos.

Seduciendo A Mi ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora