📚Capítulo 31📚

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LIAM

La mire, le había pedido que teníamos que hablar; me sentía culpable por cómo ella se sentía.

Ella se giró hacia mí—"Creo que todo quedó claro ayer".

—"Emma".

Ella se acercó a mí.—"Dime que tenemos que hablar".

—"Te espero en mi oficina más tarde".

—"No voy ahí, ya no seré tu ayudante".

Me levanté de mi asiento y me paré frente a ella, agarré su barbilla sin importarme quién entrara por la puerta.

—"Si sabes lo que te conviene, irás".

—"¿Qué pasa si no voy? No puedes obligarme".

—"No sabes de lo que soy capaz, Srta. Ramírez".

Ella se alejó de mí, haciendo que mi mano de su barbilla cayera.

—"Iré, pero hoy acaba nuestro trabajo juntos".

—"No te preocupes, yo mismo le informaré al director".

Luego de ir a dos cursos más, fui directo a mi oficina a esperar a Emma. Una estudiante me había regalado un pedazo de bizcocho; lo puse en mi escritorio.

Iba a comer un poco de bizcocho, pero un golpe en la puerta me hizo girar la cabeza.

—"Adelante".

La puerta se abrió revelando a Emma; ella me miró y no tenía buena cara.

—"Cierra la puerta".

Cuando cerró la puerta, se acercó a mí. —"Solo vengo a decirte que de verdad no quiero venir a tu oficina".

—"Si las cosas salen bien, me voy a divorciar esta semana".

Su boca se abrió intentando decir algo, pero al parecer las palabras no le salían. Me levanté de mi asiento y caminé hasta pararme frente a ella.

Agarré su cara con mis manos y luego choqué mis labios con los de ella; no respondió al beso por un segundo, pero luego lo hizo.

Envolvió sus manos en mi cuello, acercándome más a su boca. Agarré su cabello con mi mano, profundizando el beso mucho más.

Agarré su cintura, levantándola del suelo; ella envolvió sus piernas alrededor de mi cintura. Caminé directo a mi escritorio, colocándola despacio.

Me despegué de ella y tomé asiento en mi silla antes de mirarla nuevamente.

—"Desnúdate para mí".

Ella se bajó del escritorio y comenzó a quitarse prenda por prenda hasta estar completamente desnuda frente a mí.

—"Ahora súbete al escritorio".

Ella se subió al escritorio nuevamente.

—"¿Y ahora qué?".

—"Ahora abre tus hermosas piernas y tócate para mí". —Le doy una sonrisa.— "Déjame ver cómo te tocas cuando piensas en mí".

Seduciendo A Mi ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora