Capítulo 3

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Estaba sentada en la sala de espera del consultorio del señor West una hora más temprano de lo normal, Molly había insistido en que era lo mejor, no sabía por qué, esperar alrededor de cinco minutos ya era abrumador, esperar una hora iba a ser una tortura, aunque no para mi tía, ella estaba muy contenta leyendo algo en su celular, la quise estrangular, a mí no me permitía llevar el mío a las sesiones con el señor West porque era "un distractor".

—Ven aquí, Sophia— mi psicólogo se asomó por la puerta, llamándome, se me hizo raro, nuestra cita comenzaba en una hora, además que solía ser su asistente quien se encargaba de avisar que era mi turno, a menos que yo decidiera que era momento de interrumpir su sesión.

Igualmente me puse de pie y camine hasta él, el señor West abrió la puerta para dejarme pasar primero como todo un caballero e incluso me hizo una reverencia, yo fruncí el ceño y reí un poco, eso había sido bastante raro.

Aparté la vista de él, lista para dirigirme hacia el sofá, el cual no estaba vacío como normalmente, un hombre que miraba al frente -hacia la silla donde el psicólogo normalmente se sentaba- lo ocupaba, parecía afligido, incluso incómodo, sus hombros agachados me lo decían, y la forma en que su cuello estaba derecho por lo tenso que estaba. Al parecer no estaba muy contento con lo que fuera que pasara allí.

—Soph— volvió a llamarme como hace un par de días atrás y aún seguía pareciéndome extraño —Este es Connor Foreman, tu nuevo compañero de consultas— mi ceño se frunció y aparte la vista del nuevo y la clave en el hombre destinado a "ayudarme" ¿qué clase de broma era esa y donde estaban las cámaras escondidas?

—Se supone que las sesiones son privadas y confidenciales— me estaba quejando y no me importaba, eso no era parte del trato.

—Y lo son, pero creo que trabajarían mejor juntos, toma asiento y te explicaré todo— con su mano hizo un gesto al espacio vacío al lado del extraño mientras el caminaba a su puesto habitual.

Con duda y algo molesta camine hasta allí, tuve que pasar frente al sujeto que se negaba a moverse de su posición, tuve que rozar su pantalón mientras pasaba delante suyo, casi lo golpeo por no tener la delicadeza de darme permiso o al menos moverse hasta el lugar que estaba vacío y yo tomar el suyo, sinceramente lo de ser un caballero no iba con él.

—Connor, esta es Sophia Jones, la chica de la que te había hablado— ¿le había hablado de mí? Eso me confundió y molestó, a mí no me habían hablado de él.

El tal Connor ni siquiera levantó la cabeza para mostrar que lo había escuchado ¿qué clase de consulta era esa?

Esperé unos segundos para obtener una respuesta de su parte, pero nada, ni siquiera se inmuto, me llevaba a preguntarme si podía hablar, debía poder hacerlo si venía a consultas donde el loco que te atiende quiere que hablas durante toda la hora para detectar tus fallos y problemas.

—Es grosero ignorar a alguien que está siendo amable— me escuché decir, estaba defendiendo al señor West, cuando normalmente solo quería agredirlo ¿qué tan extraño era eso? Casi podría ser considerado algo como el síndrome de Estocolmo, pero West no era mi secuestrador, así que sería algo como... ¿El síndrome Westcolmo?

Connor Foreman continuo sin hablar, bufé, y yo que creía que Bruno era un ser desagradable.

—West— él me miró sorprendido por cómo lo llamé, al menos sentía lo que yo cuando me dijo "Soph" —Vaya al grano ¿por qué estoy aquí?— había madrugado a doblar mi ropa para poder decirle mirándolo a los ojos que había cumplido con la tarea responsable de la semana, así que tenía algo de sueño y probablemente estaba más irritable de lo normal.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora