Capítulo 48

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Pasaron tres días sin hablar con Connor Foreman después del incidente de haberle dicho "te quiero", bueno no, tal vez iban tres minutos de silencio total, tanto que podía asegurar que se escuchaba las gotas de agua caer de una canilla mal cerrada , o solo era yo tratando de llenar el silencio sin pensamientos fatalistas que me hablaran de cómo lo había arruinado todo por no tener un filtro mental decente.

¿Qué te costaba dejarme pensar antes de hablar, Dios? ¿Fui tan maldita en mi vida pasar para merecer un castigo así? ¿Donde está la parte introvertida que tiene cada ser humano? ¿En que falle?

—Yo...— hice una pausa sin saber muy bien que decir —Como que lo arruine ¿no?— una comisura de sus labios se levantó, supongo que esa no era una mala señal —Que tal si olvidamos que acabo de decir y nos enfocamos en algo realmente no incomodo para mi como lo es sacar a Orión para que haga sus necesidades, digo, le compre bolsas ecológicas para recoger sus desechos y todo.

Celestial, fue la primera palabra que se me ocurrió ante la risa repentina de Connor, creo que estaba sosteniendo el aliento de alguna manera y derrochando palabras que llenaran el vacío y el miedo que tenía a las consecuencias de haber dicho que tenía algún sentimiento diferente a la lujuria hacia mi novio, no es como si fuera extraño, pero, era realmente aterrorizante crear un vinculo profundo con alguien, y más cuando esa persona no sabe todo de ti, porque aunque no lo terminaba de asimilar, no era solo yo aceptando el pasado de Foreman, también era él aceptando el mío, uno que desconocía y que en un futuro podía ponerlo en peligro.

Iba a empezar con otro discurso al terminar la ronda de risa de Connor, cuando él dio tres pasos rápidamente y me abrazó, me abrazó como cuando no quieres dejar algo ir, como cuando te estás despidiendo de alguien que no verás en mucho tiempo, como cuando lo que sostienes en tus manos es tan preciado que quieres que esté contigo para siempre.

Apoyé mi cabeza en su hombro y lo abracé con la misma intensidad. Aunque Victoria estaba en la habitación no me iba a negar a la delicioso sentimiento de tenerlo pegado a mi, era casi un delirio, ni siquiera me parecía incomodo tener publico.

—Hola, sí, yo todavía estoy aquí y no me han dado ni un vaso de agua, si dejan el abrazo para más tarde se los agradecería— giré mi cabeza y vi a mi mejor amiga sentada en el sofá mirando su celular, pero tenía la audacia de comentar sobre mi abrazo.

—Tienes manos, pies, además de el infaltable vaso y agua en la cocina, ve y sírvete— hice un gesto con la mano y volví mi vista a Connor, él tenía una ceja alzada en mi dirección —¿Estoy siendo buena anfitriona?— él negó con la cabeza —Eso está bien, al fin y al cabo es tu casa, no la mía— sonreí —Yo quiero un poco de refresco, gracias— besé sus labios brevemente y me aleje, caminé hasta Vi y me senté a su lado.

El dueño de la casa se quedó mirandome como si no pudiera creer lo que acababa de hacer, yo solo sonreí. Negó con la cabeza antes de dirigirse a la cocina.

Victoria estaba en instagram, viendo hombres, lo usual, algo muy productivo además de ser un buen distractor visual.

—Que lindos— me mostró una foto de Connor y Orión en instagram.

—¿No sigues?— alcé una ceja.

—Claro, son adorables y la tensión sexual se siente en las fotos, es interesante de ver.

En la imagen Connor estaba cargando a Orión, estaban cerca al lago de la cabaña en la que estábamos, además de que parecía que estaba a punto de besar a mi pequeño angelito, se veían tan lindos y ambos eran míos. Leí la descripción de la foto y fruncí el ceño.

wearesonnor: Ya sé a quien voy a llevar a casa esta noche. No Sophia, no es a ti. Att: Connor.

—¡Foreman!—  el aludido apareció llevando dos vasos de agua, nos entregó uno a cada una antes de poner su atención en mi —Gracias, aunque no es lo que pedí, como mesero te mueres d hambre— sacudí la cabeza —Eso no era lo que quería preguntar— tomé aire —¿Cómo te atreves a tratar de acaparar a Orión? Que viva contigo no quiere decir que lo llevas a casa, bueno, sí, pero es mío, solo estoy aclarando, mi bebé, te lo presto, pero es mío ¿estamos claros?— su respuesta fue una puesta de ojos en blanco, una risita y una cruzada de brazos.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora