Capítulo 29

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—¿Estás bien?— Dana me miraba como si hubiera perdido un tornillo y lo que no sabía era que no era lo único que había perdido.

—¿Sí?— fue más una pregunta que una afirmación, pero ¿qué más podía decirle a una niña de cinco años que estaba comiendo su cereal? ¿Qué el chico que me gusta me estaba enviando mensajes calientes? ¿Qué no sé que responder? ¿O qué básicamente ya estaba caliente y con malos pensamientos en la cabeza?

Así se hace, Soph, nada mejor que pensar en arruinarle el cerebro mientras eres su niñera, por lo menos podrías esperar a que haya alguien en la casa para poder echarle la culpa, pero no, quieres tomar la responsabilidad, ¿por qué no eres una niña normal?

Sacudí mi cabeza, hasta yo misma me estaba dando un sermón, estaba bastante descolocada por lo que Connor me estaba escribiendo o tal vez solo por el mero hecho de que me haya escrito.

—¿Quieres limón con sal? Mami siempre me da cuando me duele la barriga, tal vez te duele la barriga, Soph— frunció su pequeño ceño, era tan tierna el pequeño demonio, que me hacia dudar de su maldad, pero solo un momento.

—Estoy bien, en serio, tu vuelve a los cereales— asintió y siguió comiendo.

Yo me levanté como un resorte mientras con la mano me sacudía, intentaba darme algo de viento, pero el calor me estaba ganando, seguro tenía fiebre interna, sí, debía ser eso.

Me senté en el sofá porque para mi desgracia no podía alejarme de Dana para ir a fantasear cosas que no debía fantasear sola, le hacían demasiado daño a mi salud mental, demasiado. Miré a mi primita para asegurarme de que ella no me ponía atención, solté el aire al ver que estaba entretenida masticando, así me gustaba, siendo buena niña.

<<Sería interesante ver tu teoría, pero ¿no quieres saber primero la mía sobre lo que no hay debajo de ella?>> me mordí el labio apenas le di enviar.

<<¿Qué no hay debajo de ella?>> tragué saliva, me picaba la nuca, que incomodo se estaba en ese sofá.

<<>> solo una palabra y no pude evitar taparme la cara, como si lo tuviera al frente y estuviera viendo cada una de mis reacciones, nunca antes había parecido tan adolescente.

<<Eso se arregla fácil, lastima que no en este momento, pero voy a darte un premio de consolación>> una foto se estaba cargando, mi inteligente celular ya la estaba descargando, porque estaba segura que mi cabeza no daba para presionar el botón de descargar, bendita tecnología.

Pasé saliva, no podía ser cierto, tenía una foto de Connor con su pelo revolcado, sus ojos entrecerrados, en definitiva estaba acostado en la cama y sin camisa.

Quien fuera sabana para acomodarte, almohada para sostenerte y cobija para acariciarte... él no es real, quiero verlo así, y me matan esos labios medio sonriendo.

Me mordí el labio, ¡que manjar!

—Él debería peinarse o su mami se va a enojar— pegué un grito y me giré de repente, un error porque termine con el trasero en el suelo, podía jurar que hasta mi huesito de la alegría lo había sentido, y de repente ya no estaba tan alegre.

Miré mal a Dana, niña del demonio, entrometida, que no me dejaba fantasear en paz.

—No vuelvas a hacer eso Dana, es de mala educación— quería aniquilarla con la mirada como hace Scott de X Men.

—Yo no hice nada— se cruzó de brazos e hizo un puchero, entendía porque Darren hace todo lo que el pequeño demonio le pidiera.

—Claro— alcé mis ojos para ver si el plato aun estaba en su lugar —¿Ya terminaste de comer?— ella asintió —Bueno, vamos a ver una película, ¿qué te parece?— asintió entusiasmada.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora