Christian ladeó la cabeza, era su décima sesión y ni siquiera había conseguido que él dijera una palabra, lo frustraba, sabía que a veces era difícil conseguir que el paciente hablara, pero al menos tenía la certeza de que el sujeto hablaba con otras personas, este en especial no lo hacía, ni siquiera decía su nombre en voz alta, era como si un gato se le hubiera comido la lengua, él sabía que no era así, que sus cuerdas vocales y lengua estaban en perfecta condición para emitir palabra, pero él se negaba a emitir sonido, aun así, eso no le quitaba la frustración de no conseguir que hablara.
Lo vio mirar su reloj y después posar sus ojos en él sin hacer ningún gesto, pero de alguna forma ya lograba leer eso como un gesto de que era hora de irse, aun sin hablar seguía siendo educado y esperaba a que él decidiera despedirlo.
—Se acabo la sesión— Christian sonrió de la forma más genuina posible, tenía que esconder la mala sensación que le causaba no lograr un avance —Te veré el lunes, diviértete durante el fin de semana— él asintió mientras se levantaba, el psicólogo a veces sentía que lo único que él quería hacer era correr lejos de él y que las tres sesiones a la semana no servían de mucho.
Ambos caminaron hacia la puerta, un metro antes de llegar esta se abrió y la cabeza de una chica se asomó por ella, estaba impaciente y lucía emocionada.
—¿Ya puedo entrar? Porque estoy lista para quejarme, me ha hecho pasar el peor fin de semana de la historia, no quiero más sugerencias como esas, jamás— ella rodó los ojos y Christian rió, en serio que a veces no entendía como podía hablar tanto sin siquiera él intentarlo.
Observó a los dos polos opuestos, era extraño cómo funcionaba el mundo, podrías pensar que él tenía un problema por no hablar en lo absoluto, así que suponía lo que demostraba su cura era que hiciera lo mismo que la chica frente a él, hablar y hablar, pero también veían un problema en su euforia y entusiasmo, nadie estaba conforme con nada, a veces no lograba entender cómo funcionaba el mundo y cómo él estaba ahí para mantener un balance.
—Ya iba a llamarte Sophia, veo que llegaste temprano— le sonrió complacido Christian.
—Algo debió aprender de ti, Christian— aportó Molly, la tía de la chica y una vieja amiga de él, Sophia rodó los ojos.
—Como sea— agitó su mano en el aire quitándole importancia a las palabras de su tía —¿Ya puedo quejarme, señor West?— este asintió y se apartó de la puerta dejándola pasar, el psicólogo volvió su mirada al hombre que aun se mantenía en silencio, pero con el ceño fruncido y mirando a Sophia quien ya estaba sentada en el sofá.
—Nos vemos la próxima, Connor— palmeó levemente el hombro del aludido llamando su atención, dejo de fruncir el ceño y asintió como forma de despedirse, al pasar al lado de Molly hizo lo mismo que con el doctor y siguió caminando.
—Ningún extremo es bueno— dijo Molly mientras lo veía desaparecer por el pasillo.
—Eso dicen— Christian se encogió de hombros y observo a Sophia que leía una vez más los títulos de los libros —Te veo en una hora— le dijo a su amiga ofreciéndole una sonrisa antes de cerrar la puerta y caminar de nuevo hasta su silla, cruzó sus manos y las apoyó sobre las rodillas, para luego poner allí su cabeza y analizar a la chica frente a él —Así que...— comenzó y espero que ella lo mirara —¿Tan mal estuvo?— ladeó la cabeza y espero. Ella bufó.
—¿Mal? Eso es un eufemismo, fue horrible, definitivamente no voy a lavar platos en ningún restaurante jamás...— Christian hizo todo lo posible por no reír mientras ella profundizaba en su historia, a pesar de todo ella era un soplo de aire fresco después de una incómoda hora en silencio.
Se puso cómodo y disfruto el momento.
Trailer uno
Trailer dos

ESTÁS LEYENDO
El Pianista
RomanceSophia Jones es todo lo que no esperarías que fuera, al menos con un pasado como el suyo, es alegre, extrovertida, sarcástica y básicamente nunca se calla. Connor Foreman es todo lo contrario, no habla, trata de no expresar nada y está tratando cons...