Capítulo 58

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Por un momento no entendí que estaba pasando, pero al observar con atención el rostro del hombre se me hizo familiar, como si lo hubiera visto en algún lado, no muy segura donde.

—Gaia— dijo él una vez más antes de caminar entre Molly y Darren de forma ágil, sus pasos eran seguros y la sonrisa en su rostro parecía no querer desaparecer.

Solo cuando estuvo parado finalmente frente a mi, y con su mano tocando mi rostro que me di cuenta que las lágrimas caían sin cesar. Ello no estaba bien, había llorado demasiado ese día ¿tal vez eran las hormonas? ¿Mi menstruación debía llegar pronto? No me gustaba la sensación que sentía, no me gustaba en lo absoluto, porque era pánico, pero a la vez felicidad y no entendía por qué. La mano de Connor apareció frente a mi y retiro la del hombre que acababa de tocar mi mejilla.

—No la toque— su voz fue firme y lenta, como si estuviera dejando que cada palabra fuera registrada por su cerebro.

—¿Connor habla?— preguntó Darren de repente, haciendo que lo mirara, sí, pequeño detalle que olvide mencionar y no era como si Connor de repente quisiera tener charlas profundas con mi familia.

Antes de que alguien pudiera contestar, fui empujada hacia atrás, golpeando mi hombro con la pared, cerré los ojos por un momento por el dolor y más porque me había golpeado en el codo, justo en el nervio que acalambra mi brazo, eso hizo el dolor más intenso. Tomó mi brazo herido con mi mano buena y observo a mi alrededor. Mis ojos se abren, solo había estado distraída dos segundos, pero ello fue suficiente para que dos hombres tuviera a Connor sometido en el suelo.

—¡Suéltenlo!— olvide el dolor y me lancé encima de uno de los dos hombres, ni siquiera tenía claro que estaba pasando, solo sabía que no quería que tocarán a Connor, me rehusaba a que alguien siquiera pensara en hacerle daño.

Más gritos se escucharon y de repente estaba siendo alejada del hombre, alguien me estaba sosteniendo desde atrás y por la forma en que lo hacía, estaba segura que no era parte de mi familia. Pataleé tratando de que me soltaran, estire mis manos para ver si lograba agarrar a los hombres que aun mantenían a mi novio en el suelo, pero era imposible, la fuerza del sujeto no me permitía moverme mucha.

—¡Ya basta!— una voz firme y contundente se escuchó sobre todo el ruido que estábamos haciendo, me quedé quieta y miré al hombre —¡Suelta a mi nieta ahora!— él me señalaba.

—Señor, ella...— el hombre tras de mi fue interrumpido.

—Suéltala, es una orden.

—Sí, señor.

Apenas fui liberada corrí hacia Connor y empuje a los dos hombre, pero ellos se rehusaban a apartarse.

—Dejen ir al muchacho, también— miré de nuevo al hombre.

—Gracias— le sonreí.

—Ahí está, esa es la sonrisa que recuerdo— una sonrisa apareció en su rostro —No era el reencuentro que esperaba— llevó su mano a la cara, antes de tomar un pañuelo de su bolsillo y limpiarse el sudor inexistente de su frente.

Ayudé a levantar a Connor del suelo, su labio tenía una pequeña herida, pero a parte de eso, él estaba perfecto. Tomé su rostro entre mis manos y besé su nariz, era todo lo que necesitaba para calmarme. Lo abracé y apoye mi cabeza en su hombro.

—Gaia— de nuevo ese nombre, apreté la camisa de Connor entre mis manos —Es bueno verte bien— sabía que él se estaba sintiendo incomodo, no podía culparlo, yo estaría igual, además, yo era la única familia que le quedaba.

Tomé aire y me aleje de los seguros brazos de mi novio, él intentó evitar que me alejara, pero yo lo miré, esperaba que nuestra conexión siguiera intacta y nos entendiéramos sin hablar. Di media vuelta, los hombres con traje negro estaban todos alrededor de mi abuelo, sí, justo como lo recordaba.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora