Hice una mueca, el universo se confabulaba contra mí, no era tan mala persona, no había robado, pagaba mis deudas, no había matado, no había agredido seriamente a nadie (solo mentalmente y solo eran heridas no mortales), trataba a las personas como se merecían, no siempre era amable, lo admitía, pero al menos lo intentaba.
—¿Qué karma estoy pagando?— miré al techo buscando una respuesta, la mano que se colocó en mi brazo me obligo a observar donde el contacto se había llevado a cabo, Connor me miraba con la cabeza ladeada, casi podía jurar que estaba preocupado.
>>No me hagas caso, debe ser el alcohol— hice un gesto despectivo tratando de quitarle importancia al asunto, al ver las cejas de Foreman alzadas recordé que no había bebido nada, acabábamos de llegar al fin y al cabo —Me refiero al olor a alcohol— él asintió no muy convencido —Y al apestoso perfume del anfitrión— murmuré y fruncí mi nariz al tener a una molestia adelante, a veces me preguntaba cómo podía ser considerado como ser humano.
—El amor de mi vida está parada justo frente a mí ¿qué buena obra he hecho hoy?— con su sonrisa engreída intentó agarrarme la mano libre, supuse que quería llevársela a la boca.
—Probablemente lavarte los dientes— no me pasó por alto que recorrió a Connor de arriba abajo y decidió pasar de él, como si no mereciera su atención.
—Tan graciosa como siempre, princesa— me guiño un ojo como si compartiéramos un secreto, lo único que compartía con él era el oxigeno, y solo porque aún no había encontrado la forma de que no respiráramos el mismo.
Silencio, incómodo silencio, bueno, no era silencio como tal, la música seguía sonando a niveles de romper tímpanos, pero la escena entre los tres era eso, silencio, uno muy incómodo.
—¿Quién es él?— Bruno decidió reconocer la presencia de Connor, sonreí, ame la idea del señor West en ese momento.
—Bruno, te presento a Connor Foreman, mi novio— su mandíbula se tensó y miró mal a Connor, yo solo le lancé una rápida mirada para asegurarme que no estuviera haciendo un gesto que delatara mi mentira, y como siempre su rostro era inexpresivo —Connor, este es Bruno— hice una pausa intentando recordar su apellido, pero nada vino a mí —...algo— me encogí de hombros al terminar, así de importante era él para mí.
—¿Tu novio?— sonó incrédulo, solo asentí y vi como comenzó a reírse como desquiciado, dio algo de miedo, tal vez debía ofrecerle una tarjeta del consultorio de Christian West, él podría aprovecharlo mejor que yo —No tienes que mentir para darme celos y hacer que te desee, lo hago sin ningun truco— me guiño un ojo.
Puse los ojos en blanco. Tarado, presumido que se creía lo suficientemente importante para que yo me tomara el tiempo de darle celos. Pensé en una forma de demostrarle que no mentía, aunque lo hacía, y lo odie por eso, yo no mentía, pero él despertaba mis más bajos instintos, y no en una muy buena manera.
Cerré los ojos con fuerza y suspiré, no sabía si la idea que se me había ocurrido era la más inteligente, pero era la alternativa más fácil que tenía en el momento.
Di media vuelta hasta quedarme cara a Connor, él miraba a Bruno y tenía su ceño fruncido. Tomé aire en un intento de tomar fuerzas y valor.
Puse una mano en su pecho llamando su atención, aún tenía el ceño fruncido, llevé el pulgar de mi otra mano hasta la mitad de su frente y la acaricie suavemente hasta que dejó de estar arrugada, baje la mano una vez más y también la puse sobre su pecho, el latido de su corazón era normal, tranquilo, no había ninguna alteración y paradójicamente eso me dio el último empujón.
Alcé mi cabeza un poco más hasta que mis labios estaban rozando los suyos, su respiración vaciló un poco.
—Te debo una— susurré antes de tocar sus labios con los míos.
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El Pianista
DragosteSophia Jones es todo lo que no esperarías que fuera, al menos con un pasado como el suyo, es alegre, extrovertida, sarcástica y básicamente nunca se calla. Connor Foreman es todo lo contrario, no habla, trata de no expresar nada y está tratando cons...