Capítulo 36

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Sostuve el papel en mis manos, no sabía que decir, que hacer, ni cómo mirarlo. Connor se sentía culpable, estaba herido, además de que una parte de él había muerto ese día con ella. Sus padres no solo habían perdido a una hija esa noche, los habían perdido a ambos.

Cuando finalmente lo miré, sus ojos solo reflejaban el dolor de esa noche, ese que no se iba y que probablemente nunca lo dejaría. Connor Foreman apenas y vivía.

Su silencio cobró sentido, se castigaba por haber apagado su voz.

—Me gustas— mi boca tenía línea directa con mi cerebro, sin filtro de por medio —Eso no va a cambiar, sé la clase de persona que eres conmigo, los errores del pasado, estos errores— apreté la hoja en mis manos y la levanté para que viera a que me refería —son solo eso, errores del pasado, no puedo decirte que alguna vez lo vas a olvidar o intentar convencerte que no fue tu culpa aunque lo crea, son tus demonios, los peleas solo, yo solo estaré tras de ti con la munición lista cuando quieras recargar el arma y atacar de nuevo.

>>Además, ¿dónde conseguiría alguien con unas manos y dedos como los tuyos— me encogí de hombros antes de sonreirle, quería dejarle claro que no importaba lo que había pasado, ello no iba a cambiar lo que yo sentía por él.

Él me miró raro por un momento antes de sonreírme y negar con la cabeza.

No podía decir que lo entendía, que sabía exactamente lo que era sentir su dolor, solo podía entender el dolor de perder a alguien, pero mi carga extra no era de culpa, la mía era de terror.

—Estarás bien Connor Foreman, estaremos bien.

Asintió mientras dirigía su mano al bolsillo trasero de su pantalón. Sacó otra hoja de papel.

No, no, no. No más secretos, se me iba a correr la máscara de pestañas, debió haberme avisado que iba a llorar, así no me la aplicaba y no corría el riesgo de parecer un espíritu del más allá que murió en un pantano.

No me la entregó, aunque extendí mi mano para que me la entregara. Él solo negó con la cabeza y tomó aire, parecía que esta hoja le daba más duro que la del secreto de su pasado.

Se puso de pie y caminó al piano, tomó asiento frente a él y se preparó para tocarlo. Eso no tenía sentido, pero ¿quien era yo para darle sentido a las acciones de Connor?

Las primeras notas musicales salieron un poco torpes, era como si ni recordara la melodía o estaba muy nervioso, era la primera opción, seguro, Connor Foreman no se ponía nervioso y menos conmigo.

Cuando finalmente comenzó a tocarla, no reconocí la canción, tal vez era alguna melodía de música culta, como las cuatro estaciones de Vivaldi.

Por un momento me congele, no podía ser esa canción, Connor no podía conocerla, ni siquiera se la había puesto en el auto, él no buscaría a los Jonas Brothers... ¿O sí?

When You look me in the eyes. Casi podía cantar cada letra mientras él tocaba la melodía.

When you look me in the eyes [Cuando me miras a los ojos]

I catch a glimpse of heaven [Puedo vislumbrar un destello de cielo]

I find my paradise [Encuentro mi paraíso]

When you look me in the eyes [Cuando me miras a los ojos]

Por alguna razón, ese pedazo de la canción se me vino a la mente, era casi como si él me la estuviera cantando.

No podía respirar bien, mi pecho sentía una opresión y mis ojos estaban muy abiertos, ¿era real? Connor Foreman estaba tocando solo para mí y las letras de la canción significaban algo para él? ¿Yo significaba algo para él?

Aun seguía en el suelo, mirándolo con los ojos muy abiertos, escuchando cada respiración que daba y viendo cómo sus dedos se movían sobre las teclas del piano mientras la última nota sonaba.

—Tú... Yo... Quiero decir: ¿realmente quieres decir lo que dice la canción o solo fue por mi lista del reproductor de música de mi celular? Yo entiendo, es una canción linda y me gusta, los Jonas hacen que sienta cosas, sí, ellos hacen que haya mariposas en mi estómago. ¿Sabías que Joe Jonas fue mi primer amor? Aunque después crecí y él no y todo mal, pero sigue siendo lindo aunque no sé, no siento lo mismo de antes ¿crees que es normal?

Mi retahíla fue detenida por los labios de Connor sobre los míos, tenía sus labios sobre los míos. Eran suaves y lentos. Hacían que mi corazón se acelerara, que mi estomago sintiera un vacío y que mis labios cosquillearan, sentía todo su ser a través de sus labios.

Rodeé su cuello con mis brazos y él mi cintura con los suyos. Me arrastró hasta estar sentada sobre su regazo, entre su pecho y el piano.

Cuando nuestros labios se separaron, lo miré, directo a los ojos, él estaba sonriendo como si nada en el mundo pudiera hacerlo más feliz.

—Oye, eso de besarme cuando quieras y donde quieras no está bien, al menos pídeme ser tu novia o deja las confianzas— le saqué la lengua, él se acercó a mí y besó mi barbilla cuando levanté la cabeza.

No es que me quejara, yo realmente quería sus besos, pero sentía que cada vez el nivel del agua estaba más arriba y me iba a alcanzar, me iba a ahogar, aunque ahogarse con los besos de Connor Foreman no sonaba tan mal, tenía la sensación de que mi corazón no iba a salir bien parado.

La hoja de papel volvía a estar frente a mí, miré a Connor y él solo me hizo un gesto hacía ella. La tomé y comencé a abrirla, lentamente, tenía miedo de lo que me podría encontrar.

Me sorprendió ver que la letra era más grande y de solo una frase, bueno, más bien una pregunta: ¿Quieres ser mi novia?

Leí nuevamente para corroborar que mis ojos no me estaban engañando. La pregunta no cambió.

Estaba sorprendida en muchas formas, no pensaba que iba a querer más de mí aunque yo quería más de él, pensé que solo me veía como alguien con la que podía tener sexo y pasar el tiempo, un alguien tan raro e incomprendido como él, pero tal vez eso era lo que nos hacia una buena pareja, nuestros polos opuestos que de una forma casi mágica se entendían.

Está bien, no entres en pánico, todo va a estar bien, sabes que decir, no te quedes parada con la boca abierta, eso no te va a llevar a ningún lado, además sabes que quieres hacer, que quieres decir, así que te vas a calmar y le vas a contestar lo que tú quieres decir, lo que tu corazón quieres decir, lo que sabes que quieres decir, porque lo sabes Sophia Jones.

Sabía que él esperaba la respuesta en el momento, sabía que lo que dijera cambiaría la dinámica de nuestra relación, sabía tantas cosas, pero a la vez no sabía nada, solo tenía una cosa clara: la respuesta correcta.

—No.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora