Capítulo 31

4.8K 500 65
                                    

Connor Foreman me sonrió como solo él sabía hacerlo, de esa forma que me hace pensar en cosas sucias y en querer pervertir su mente, pero tal vez simplemente su mente ya estaba pervertida, igual o más que la mía.

Sentía la presión entre mis piernas, mi corazón acelerado, el nudo en mi cuello, la falta de respiración. Fui consciente de cada uno de los lugares de mi cuerpo, incluso de la ansiedad que los dedos de mis pies podían liberar. Cada fibra de mi cuerpo se estremecía solo por el contacto de su respiración con mi piel, o el suave movimiento de las puntas de sus dedos con la piel de mis brazos.

—Estoy esperando. Esto es mucho: "te miro, me miras" y poco: "te toco, me tocas"— alzó ambas cejas y levantó un costado de su boca, pasó lentamente la lengua por sus labios haciéndome suspirar.

>>Quien fuera lengua para tocar esos labios— él ladeó la cabeza y me miró más detenidamente —¿Lo dije en voz alta?— él asintió y rió, yo rodé los ojos y me maldije interiormente, esos pensamientos debían ser solo y exclusivamente míos. Voy a inventar un filtro de pensamientos y hacerme rica vendiéndolo.

Connor me besó detrás de la oreja, mordí mi labio inferior, era demasiado pronto para gemir, debía tener al menos un poco de decencia y hacerlo "motivarme" más, aunque claro, ya estaba bastante motivada.

Daba cortos besos acompañados de un pequeño toque de su lengua, y contenerme se hacia cada vez más difícil. Tomé su camisa en mis manos y lo jale hacia mí, tenia que asegurarme de que no tenía escapatoria, de que no podía dejarme ahí, deseando más.

Su boca subía y bajaba lentamente por mi cuello, no soportaba tener los ojos abiertos y no disfrutar de la situación, de dejarme acariciar, de dejar que él dominara mi cuerpo. Sentía la boca seca, me era duro hasta tragar.

Finalmente alzó su cabeza y volvió a mirarme antes de conectar sus labios a los míos, movimientos suaves, era como si poseyera tu el tiempo del mundo para disfrutar el momento, mis labios, las sensaciones.

Sus manos comenzaron a acariciar los costados de mi cuerpo haciendo que cada pelo de mi piel se levantara, listo para recibir las caricias que el señor Foreman les ofrecía, las sensaciones.

Abrí la boca, no sé exactamente para decir qué, pero cualquier pensamiento racional fue olvidado en el momento en que su boca conecto con mi cuello y comenzó realmente prestarle atención.

Mordí mi labio, algo me mantenía un paso atrás de lo que realmente quería hacer, tal vez mostrarme más interesante, pero era tan difícil contenerse, era casi algo involuntario, como si mi cuerpo fuera el que dictara las normas y mi mente las siguiera.

Connor se alejó y me miró, esta vez presté atención a lo que pretendía, quería estar seguro de que era lo que quería. Quise reír, si no lo fuera no estaríamos justo en esa posición, no hubiera dejado que me hiciera todo lo que ya me había hecho, así que no entendía por qué de repente estaba preocupado porque yo pudiera detenerlo.

Entonces lo entendí, hace un par de horas me había visto romperme, la chica que habla y habla y siempre ríe o le ve la gracia a todo, estaba rota, la había visto rota, tenia miedo de partirla aun más, en pequeños pedazos, pero no estaba rota, no dejaría que nada me rompiera, podía fragmentarme, salir grietas, pero no romperme.

—No soy una bomba a punto de estallar— abrió sus ojos sorprendidos, tal vez había leído sus pensamientos —No soy una muñeca rota, no pueden romperme sin que yo dé ese poder— le sonreí, era extraño que él fuera justo quien se preocupara por mí cuando al principio parecía odiarme.

>>Por otra parte, quiero que me rompas, pero no en la forma que estás pensando— alcé mis cejas sugestivamente y rió.

Soy más de lo que se ve y eres más de lo dices, quise decirle, pero sería ponernos serios y por un momento no quería serlo, quería ser una chica de diecinueve años, completamente atraída por un hombre atractivo.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora