Capítulo 27

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La abuela y el abuelo de Connor hablaban más que yo y Victoria juntas, casi toda la cena había consistido en escucharlos narrar historias de sus hijos, al parecer Connor también tenía tíos, tenía una buena familia, no entendía muy bien que le pasaba entonces, luego recordé que una es la cara que se muestra y la otra la que es, era básicamente lo que mis tías hacían conmigo, pero los abuelos y padres de Connor no se veían como ellas, había algo más.

—¿Y cómo se conocieron?— la madre de Connor, Ofelia, de alguna extraña manera había conseguido un espacio de silencio para meterme en la conversación, no apreciaba aquello, realmente no.

Claro, no te pueden dejar ser feliz y estar en silencio y no comentar sobre tu vida, a veces quisiera poder ser como Connor, luego recuerdo que odio quedarme con las palabras en la boca y se me pasa.

—West nos presento— sentía que a había dicho aquello, pero no recordaba a quien, tal vez era solo para que los demás se enteraran no estaba segura.

—¿Christian West?— el abuelo pregunto, solo asentí —¿Y por qué lo llamas West, además de que es su apellido?

—Bueno, es simple en realidad, me parece que decirle Christian es demasiado intimo y no tenemos una relación tan estrecha, y decirle señor West es bastante largo, así que me fui por el lado del ejercito y lo deje solo en West— sonreí antes de tomar un pedazo de fresa picada con el tenedor —Además está saliendo con mi tía— llevé el tenedor a mi boca, mastique rápidamente y añadí: —O algo así.

—¿O algo así?— esa vez fue Fifi la que se vio bastante interesada, creo que la sed por saber sobre romances va en todas las mujeres aunque digamos que no nos gusta el chisme, y prefiramos llamarlo: estar informadas.

—Sí, no entiendo mucho las relaciones de hoy en día, la gente las hace tan complicadas— sentí un apretón en mi rodilla, Connor estaba tratando de darme un aviso.

—¿Y ustedes tienen una relación?— al parecer la única discreta de la familia era la mamá de Connor porque hasta el padre tenía su sed de conocimiento —Me refiero a amorosa.

Bajé mi vista y vi como el puño de Connor se apretaba bajo la mesa, estaba sentado a mi izquierda así que use la mano con la que no estaba comiendo para tomarla y estirar cada uno de sus dedos, luego entrelace nuestras manos.

—Claro, yo amo a mi amigo— apoyé mi cabeza sobre el hombre de Connor y les sonreí, no parecieron muy complacidos sobre la palabra amigo.

Bueno señores, ya somos, a ver uno, dos, tres... somos cinco, sí, ellos son cuatro y conmigo cinco, somos cinco que no están muy contentos con solo el estado de amigos, pero, me falto una palabra, la cual solo indicaba beneficios, además no es como si Connor me insinuara algo más que solo que está caliente.

—Lo siento hijo, dicen que es duro eso de la zona de amigos— casi escupo el agua que estaba tomando ante el comentario del abuelo de Connor.

—Sí, debe ser duro, no me imagino tener veinticinco años y estar en la zona de amigos porque una chica de...— Augusto Foreman hijo era muy sutil al momento de preguntarle la edad de una mujer, para mi desgracia atrajo la atención de todos hacia a mí.

Ya no se puede masticar  la comida en paz, no sé por qué me invitan a comer si no me van a dejar hacerlo, no es como si de repente la ensalada iba a estar en el estomago, aunque sea algo liviano no quiere decir que no me vaya a ahogar con ello.

—Diecinueve— llevé lechuga y tomate a mi boca, mi sutil forma de decir: no voy a decir nada más.

—Una chica de diecinueve años que no ha visto nada del mundo no te considera atractivo, pensé que le había dado los mejores genes de la familia— negó con la cabeza de una forma dramática y todos rieron, bueno, todos ellos, yo seguí masticando mientras Connor apretaba la mano que tenia entrelazada con la mía.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora