Capítulo 20

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Suspiré mientras veía a Molly cocinar, estaba en su apartamento porque ella me había llamado, y de alguna manera sentía cierta renuencia a estar a su alrededor, pero no recordaba el por qué de la pelea, a veces me preguntaba si había algún problema con mi memoria o simplemente había decidido que no era tan grave como para cortar relaciones con ella.

—¿Me vas a envenenar?— tomé una manzana verde plástica que estaba en el frutero en medio de la mesa de comedor.

—Qué más quisiera yo, pero es un problema esconder los cuerpos— siguió revolviendo lo que sea que estaba mezclando.

—He escuchado que el ácido es muy bueno para resolver ese dilema— tiré la fruta falsa un par de veces al aire.

—Me da pereza comprarlo, además de que sería mejor darte una indigestión, eso te mantendría en el baño un tiempo— rió ante la idea.

—Prefiero que me envenenes, a menos de que me vayas a comprar el papel higiénico— me permití reír luego de ello, estábamos hablando incoherencias.

—El papel está muy caro últimamente, pero te daré un periódico, tal vez saques un beneficio de aquello y tu trasero aprenda a leer— reí y recosté mi cabeza en la mesa.

La extrañaba, aun dolía mi pecho, pero la extrañaba, definitivamente necesito esa unión con ella, esa sensación de que no estoy sola y desamparada en el mundo, de que le importo a alguien por ser su familia y no una carga indeseada.

—Te extraño— le dije a Molly.

—Yo también, Soph, incluso te he seguido en instagram— reí, seguro se estaba llevando un espectáculo de aquello —Que buen cuerpo el de ese chico, estoy pensando seriamente en ser psicóloga— negué con la cabeza, no podía negarlo, estaba en lo cierto.

—Solo quiero que sepas que no todos tus pacientes van a tener ese atractivo, West tiene suerte, atrae a los atractivos, solo mírame— ella rió.

—Ya que mencionas a Christian— llevó la cuchara de palo con algo de comida a su boca para saborear la comida —¿Qué piensas de él?— pasó su lengua por los labios.

—¿Qué pienso como de qué?— estaba algo confundida con aquella pregunta.

—De cómo es como persona— se explicó.

Lo pensé un momento, West me caía bien, era un buen tipo, además me había juntado con alguien que tenía bastante potencial sexual, así que no tenía de que quejarme, más bien me sentía agradecida por ello.

—Creo que es un profesor frustrado, ama dejarme tarea— ambas reímos —Que está algo viejo para mí, pero que con esos ojos puedo hacer un sacrificio— me miró mal y ahí lo entendí.

>>¡Te gusta West!— afirmé.

—Bueno, hemos sido amigos desde la universidad y siempre me ha apoyado tanto, pues, no sé, sí, me gusta— se sonrojo y se cubrió la cara con ambas manos, no pude evitar regodearme de aquella situación, incluso aplaudí y salte en la silla.

—Tranquila, también le gustas a él— quería morder esa manzana falsa, se veía más apetitosa que una de verdad, pero no creía que tuviera el mismo sabor.

—¿Cómo lo sabes?— sus manos aun tapaban su cara, pero me estaba viendo con sus ojos un poco abiertos.

—Simple, corre a ti cuando lo llamas, se deja pisar los pies cuando bailas, si fuera yo diría que estoy cansado todo el tiempo solo para no bailar contigo— mordí mi labio al ver su mala mirada al retirar sus manos —Además que no se ha casado— tiré la fruta falsa de una mano a la otra —¿Cuándo lo dejaste en la friendzone?— pregunté finalmente, debía estar loca si dejaba a alguien como West en esa zona, el tipo tenía sex appel, tal vez si yo fuera unos diez años mayor, pero no lo era y el psicólogo me llevaba como quince años, podría ser mi padre, algo joven, pero podría serlo, o tal vez solo estaba exagerando un poco.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora