Capítulo 60

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Connor había vuelto a estar en silencio, ya ni siquiera me ofrecía  un saludo, solo me miraba y podía jurar que él lo podría hacer durante horas. Tenía miedo, miedo de estarlo perdiendo, miedo porque ya no sabía lo que él pensaba, pero sobre todo, tenía miedo a que su visión de mi cambiara.

—Hey, extraño ¿pasa algo?— abrace a Connor por la espalda, asegurándome de sostenerlo cerca, se sentía bien el solo tener mi frente contra su espalda, el solo sentir su olor, él se sentía bien —Ya no me hablas y pienso que algo pasa— apoyo mi mejilla contra su espalda y espero su respuesta.

Siento como su tronco se expande y se contrae mientras respira, pero él no dice nada, estoy a punto de creer que lo he perdido hasta que pone sus manos sobre las mías y las aprieta, al menos es consciente de que estoy ahí, aun parece que le importo.

—¿Podemos hablar? Siento que el aire me empieza a faltar y que mi pecho comienza a doler— digo mientras lo suelto y me alejo, di el primer paso, esperaba que él tomara el siguiente hacia a mi, porque una relación es de dos, no solo mía, si quería una relación solo para mi perfectamente me compraría un vibrador y ya.

Me siento en uno de los puff negros que compré recientemente, comenzaba a armar un prototipo de sala, así que empecé por algo para sentarme, pero que no ocupara demasiado espacio, además que tienen un compañero en color gris y los cojines blancos en cada uno de ellos los hacían hermoso.

Connor se sentó en el puff negro frente a mi, no en el gris de al lado. De alguna forma ya se sentía como una confrontación y ello hacía que me doliera aun más el pecho ¿qué estaba pasando? ¿por qué él estaba actuando así?

—Como sabemos que yo no leo mentes y que definitivamente has hecho un master en pokerface que no has dudado en mostrar recientemente, quiero que me digas qué está pasando contigo, así tengas que escribirlo, no me importa Connor, peor no voy a vivir esperando que de repente la habilidad de leer mentes llegué a mi— puse una mano en mi frente, tomé aire y lo miré —Quiero entenderte, quiero ayudarte si algo te pasa, quiero ser tu apoyo, tu roca, pero tienes que hablar conmigo ¿o es qué West te parece más sexy?— un amago de sonrisa se hizo presente en su rostro pero no tardó en ocultarlo —Solo habla, realmente quiero entender.

—Te vas a ir— dijo finalmente, después de dos días de silencio, ni siquiera estudiar hacia que apartara mi mente de él.

—¿A donde? Te recuerdo que esta es mi apartamento, no el tuyo, mi hijo durmiendo en la alfombra del cuarto lo puede asegurar— sabía que estaba diciendo cosas innecesarias, pero quería que el ambiente se bajara y no sentir esa tensión, esa sensación del final o algo así, nunca había terminado con un novio y definitivamente si ese era el preludio, no quería saber el desarrollo.

—Te vas a ir con tu abuelo y más vas a dejar aquí porque vas a volver a ser Gaia, así que he pasado los últimos dos días imaginando mi vida sin ti, y rayos sé que puedo vivir sin ti, pero no quiero y me está matando no poder decirte que te quedes porque veo lo importante que es ese hombre para ti, veo la conexión con tu pasado, uno que apenas y conozco— ambas manos fueron a su pelo, realmente se veía sexy sin camisa y solo con un pantalón de pijama, aunque la imagen de verlo desesperado no era tan linda a la vista —Te veo sonreír así de grande y quiero que lo hagas todos los días, pero ¿es tan egoísta que quiero que lo hagas conmigo?— su voz sonaba algo amortiguada porque su cara estaba hacia el suelo, solo podía ver su pelo despelucado con sus dedos entre ellos.

—Connor, mírame— dije mientras me acomodaba en el puff con mis piernas cruzadas y el cojín sobre mi regazo —Connor, mírame— pedí una vez más —Connor Foreman, mírame— lo vi dudar un poco, pero al final levanto su cabeza y me miro —Soy Sophia, soy tu Sophia, la que conociste en el consultorio de Christian West, a quien no toleraste al principio por el simple hecho de no saber que significa callarse, soy la misma que te besó en la fiesta de Bruno, soy la misma con la que viste estrellas, soy la misma con la que tienes un hijo cuadrúpedo, soy la misma con la que tienes una muy abandonada cuenta de instagram y definitivamente soy la misma con la que tienes maravilloso sexo— sus ojos verdes tenían lagrimas sin derramar, pero también una pequeña sonrisa dibujada —Yo te amo, tonto ¿realmente crees que me iría sin ti? Digo, como mínimo hago que mi abuelo nos mantenga, pero aquí no te dejaría.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora