Capítulo 17

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Connor Foreman con traje, Connor Foreman con traje, ¿Desde cuándo Connor Foreman usa traje o se ve tan malditamente bien? No es justo, no es justo, no debería ser legal, no deberían permitirlo, no es posible que toda esa tela tenga contacto con todo ese cuerpecito y yo en este verano con sed, y sin agua, Connor es básicamente un espejismo en este momento, quiero follar con él.

Golpeé mi cabeza con la palma de mi mano y alejé el celular de mí, tenía que librarme de la tentación para no caer en ella aunque fuera la única forma de alejarla, pero tenía miedo que al probar ese fruto, solo quisiera más y más, eso no era bueno, no para mi escasa salud mental.

Negué y simplemente seguí caminando hacia mi habitación, entré en ella sorprendiéndome de ver a Victoria allí, lucía algo entusiasta, demasiado para mi gusto.

—¡Bienvenida a la era digital!— básicamente se lazó sobre mí, me abrazó como si el mañana no existiera y fuera nuestro último momento juntas, así de apretados estuvieron sus brazos a mi alrededor —Es tan genial ver a mi niña crecer— casi grito en mi oído, la aleje mientras me acariciaba mi pobre órgano lastimado.

—¡Aquí la única con derecho a gritar en los oídos soy yo!— tapé ambos buscando calmar el temblor dentro de ellos, las vibraciones no paraban.

—Sigo pensando que es una regla injusta— se arrojó sobre mi cama y empezó a escarbar en su bolso, sacó una chocolatina y me la ofreció, sonreí aceptando ese manjar de dioses —Por cierto, dame tu usuario y te sigo— le di lo que me pedía.

Caminé hasta mi tocador buscando un moño o cinta con que agarrar mi pelo, sentía algo de molestia al sentirlo en los ojos cada vez que una suave brisa pasaba por él.

—¡Santa mierda!— Victoria gritó y llevó una mano a su boca —¡Me lo follo!— dijo con voz ahogada, fruncí el ceño y camine hasta ella, sin haber encontrado la cinta para sujetar mi pelo, solo lo hice para ver de que se trataba tanto alboroto.

Aun con la mano en su boca, observaba lo delicioso que se veía Connor en traje, la forma en que encajaba perfectamente en su cuerpo y esa descarada mirada que dirigía a la cámara. Luego recordé sus palabras.

—Ese espécimen es mío, aléjate o te alejo— marqué territorio antes de que ella me sugiriera compartir, a Connor Foreman no lo compartía ni Christian West, su psicólogo.

—Aguafiestas— rodé los ojos —Yo solo quería la puntita, no sería penetración completa— dijo como si nada.

—No, ahora no hay tiempo ni forma, además de que él me merece— le guiñe un ojo causando su risa.

Yo no le veo el chiste, él me merece, se merece que encienda su libido y él encender el mío, se merece encender la llama de la pasión que ha sido silenciada todos estos años, me pregunto: ¿gemirá o se quedara en silencio? Ese es un dato interesante que hay que conseguir.

Pasé la lengua por mis labios imaginándome el pecaminoso momento, deja que se haga realidad, Dios, rogué, esperando ser escuchada.

—Bueno, pero si no te gusta me dejas probar a mí, debes compartir, es algo bueno para nuestra amistad— Vic seguía con el tema, negué y me senté a su lado.

—Bueno, todo depende— ladeé la cabeza, pensando.

—¿Depende de qué?— parecía confundida.

—De que tan grande lo tenga— ambas reímos y nos dejamos caer en la cama.

—Extrañaba esto, la tú NO melancólica o asunte— alejó mi dedo de la uña una vez que empecé a raspar el esmalte que se estaba cayendo, según ella hacer aquello me debilitaba las uñas.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora