Capítulo 55

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—Recuerdame una vez más ¿por qué estamos viniendo a pasar año nuevo con Paul?— pregunté una vez más  antes de bajar del auto, mi querido novio solo suspiró y me miró cómo si no entendiera a que me refería —Dame una motivación para bajar del auto con ese vestido elegante, este peinado elaborado y ni hablemos del maquillaje que resalta los rasgos de mi piel, explícame ¿por qué debo desperdiciarlo en este lugar?— me crucé de brazos.

La respuesta a mi pregunta fue ver los ojos de mi novio ponerse en blanco y verlo salir del auto en un muy sexy traje azul oscuro, con una corbata rosada que combinaba con mi vestido de seda, solo un poco ajustado en el torso y caía por mis piernas hasta casi llegar a mis tacones plateados, sin contar con la abertura lateral de la falda. Definitivamente lucía como una adulta que combinaba con el adulto Connor Foreman, no sabía si ello era bueno o malo, no era mi zona de confort, pero al menos me veía divina.

—Me encantan tus respuestas, siempre tan elocuentes— dije mientras tomaba mi bolso plateado y abría la puerta del auto.

Alcé una ceja en cuanto vi su mano frente a mi, no estaba en el humor en aceptar su caballerosidad, así que lo aparté y me salí del vehículo por cuenta propia, no era orgullo, era independencia, bueno, sí, era orgullo y molestia ¿y qué? Tenía derecho a enojarme y más porque ya comenzaba a arrepentirme de haberle dado la llave de mi casa, últimamente estaba más allí que yo y Orión ya no me amaba tanto como antes debido a ello, escogía a su figura paterna, era como si tuviera un hijo al que me dedicara día y noche y su primera palabra fuera "papá".

Camine hacia la entrada por cuenta propia y escuche una suave risa a mis espaldas, no tenía que ser un genio para saber de quien se trataba. Toqué el timbre esperando que alguien abriera, por alguien me refería a Alana y tal vez a su hermosa bebé de un mes y medio.

Mi deseo se hizo realidad, Alana con una sonrisa y un pequeño ser humano entre sus brazos abrió la puerta, su sonrisa logró que olvidara mi malestar por Connor y su poco colaboración a responderme como yo lo deseaba.

—¡Sophia! Te estaba esperando, y esta señorita también— me entrego a la pequeña Hannah sin siquiera haber entrado a la casa, supuse que estaba siendo un tipo de niñera, sin paga, pero alimentada, así que por el momento la aceptaría hasta que me aburriera y se la entregara a su padre, eso era lo mágico de los hijos de los demás, siempre puedes devolverlos.

—Fingiré que te creo y que Hannah realmente me estaba esperando.

—No miento— me sonrió —Siempre es bueno verte, Connor, adelante, bienvenidos— finalmente pude entrar a la casa.

La vivienda solo era de un piso, pero era realmente grande, además de tener un excelente gusto en decoración en colores claros, incluso su patio trasero era una obra digna de admirar, pero obviamente nunca lo iba a admitir delante de Paul, porque eso sería darle un cumplido al cretino y no me apetecía hacerlo.

Un brazo rodeó mi cintura y fui atraída hacia un cuerpo, no tenía que ser adivina para saber que era Connor, y más por el beso que fue depositado en mi mejilla, solo él saldría bien librado de tomarse tal atrevimiento conmigo.

El patio trasero tenía luces blancas colgando como estrellas artificiales por todos lados, una música suave y lenta sonaba, una mesa llena de aperitivos estaba a disposición de todo el publico, las mesas con manteles blancos y dorados estaban distribuidas por todo el lugar. Unas cuantas personas ya estaban en el lugar y estaban reunidos en rondas, casi todos sosteniendo una copa en sus manos.

Se esperaría que hubiera meseros, pero Alana dijo que en estas fiestas todos merecíamos festejar, así que el personal de apoyo solo estuvo para la instalación y en este momento estarían con familia y amigos, además ella insistía que todos tenían extremidades funcionales para servirse, en caso contrarío, siempre alguien podía asistirnos.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora