Capítulo 6

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—Sabes Foreman, se supone que cuando bailas te mueves, no solo te quedas ahí estático como una piedra— me crucé de brazos lanzándole una mala mirada.

Estábamos en medio de una sala llena de gente y no nos movíamos, Connor se había dejado arrastrar por mí para no bailar al final, era frustrante y grosero, era tan él que lo odie.

Suspiré, que no saliera tanto de fiesta no significaba que no me gustaban, solo que no quería aburrirme de asistir a una cada ocho días. Me mordí el labio antes de dar media vuelta y dejar solo a Connor, no era tan divertido no poder hacer nada con él, ni siquiera tener una charla de una mente inteligente a otra.

Mire las escaleras y decidí subirlas, debía distraerme con algo y curiosear no sonaba tan mal. Voy abriendo puertas, una es un baño aparentemente limpio, las otras tres son habitaciones, una está cerrada con llave y hubiera deseado que la otra también, no fue lindo ver a una chica gritar y estar saltando desnuda sobre otro cuerpo, supuse que en sí era solo sexo, pero igual siempre era extraño ver a alguien más teniéndolo en una fiesta, tan cliché.

La última puerta era una habitación grande, con las luces apagadas, pero los muebles del interior se veían completamente por la luz que entraba gracias al ventanal. Camine hasta este y corrí la cortina, observando como la luna apenas crecía y como las estrellas no eran visibles en medio de la ciudad, pero como miles de estrellas artificiales las reemplazaban, no era un espectáculo tan magnífico, pero algo era algo.

Recargué mi cabeza contra el frío vidrio y reí, era gracioso dejarse influenciar por alguien que apenas conocía y me había visto obligada a convivir con él, ¿Cuál era la idea de estar juntos? ¿Tal vez dos malos hagan uno bueno? Podían hacer uno malo y no era por ser pesimista, solo realista.

El calor se extendió por mi espalda, sabía que había alguien tras de mí, por su silencio no tarde mucho en deducir quien era, solo él sería así de silencioso.

—A veces siento que miro demasiado al cielo, o tal vez no miró suficiente a las personas— dije mientras seguía mirando al frente, aunque mis ojos estaban más en el escaso reflejo que nuestros cuerpos proyectaban que en el exterior.

Pase la lengua por mis labios, se sentían resecos, tal como nuestra conversación, o ¿debía decir mi monólogo? No estaba muy segura, no era de esa manera en que imaginaba el inicio de una amistad, o de lo que sea, siempre había una respuesta a una acción, incluso mi dedo pequeño tenía más comunicación con la punta de un mueble que la que yo tenía con Connor.

—¿Tu trauma tiene que ver con muerte?— me giré para enfrentarlo, esperando un movimiento de su rostro, una mueca, lo que fuera, pero no obtuve más que su silencio —Es la única cosa que los seres humanos consideran tan terrible como para ocasionar algo así— nada, solo me miraba, directo a los ojos, parecía no tener miedo de nada—Tal vez porque es lo único irreversible en el mundo— miré un momento a la venta antes de regresar mis ojos hasta los suyos —¿Tus cuerdas vocales están bien?— nada, simplemente nada.

>>La muerte no es tan mala ¿sabes? Todos vamos a morir en algún punto de nuestras vidas, no debe ser tan mala si todos vamos a terminar allí— ladeó un poco la cabeza —He visto cosas horribles Connor Foreman, pero también he visto cosas maravillosas— volví a darle la espalda—Si la gente dejara que un mal evento de su vida la arruinara por completo, probablemente ya no estuviéramos aquí, ya no habría nadie para recordarnos la historia, ni nadie para crear nuevas— puse mi mano contra el vidrio, deleitándome con su baja temperatura, amaba el frío y el contraste que hacía con la temperatura de mi piel —Si tienes la oportunidad de hacer la diferencia, hazla, no seas espectador, se te dio otra oportunidad por algo, no te atrevas a desperdiciarla— le dije lo mismo que me decía a mi misma todo el tiempo.

El PianistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora