Parte 122: Tu eres mi luz

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Las noches en el instituto eran bastante cálidas, no hacía mucho frió por la energía que desprendían los Nexos e Inhibidores, por lo que era normal ver a gente salir.

Aún así había horas a las que muy pocos salían, siendo que nuestro brujo protagonista aprovechaba para leer un libro.

"Veigi....."

"No me llames Veigi...."

"¿Quieres que vayamos a dar un paseo?"

"No, ahora estoy leyendo un libro..."

"Pero Veigi.... hace mucho calor.... tanta que no sé cómo puedes leer..."

"Con dos ojos y una comprensión lectora medianamente aceptable"

"Qué aburridoooo..."

"Para mí no lo es en absoluto"

"Buuuuu..."

De una manera bastante infantil la chica empezó a tirar de su manga hasta que le hiciera caso.

"Venga, Veigi..."

"Lulu, te he dicho ¡que no me llames Veigi!"

"Por fa, vamos a dar un paseo"

"¿Después de lo del otro día?" - preguntó con cierta indignación

"Pero si eso no fue nada..."

"¡Me pones en evidencia delante de todos!"

"Pero... pero..."

"¿Pero qué? ¿Cuál es tu escusa ahora?"

La chica se quedó callada unos segundos y luego infló sus mofletes.

"Por favor... Veigi..."

"Mira que tengo que tener paciencia contigo..."

"Solo será el jardín..."

Veigar agarró su bastón de brujo con reticencia y tras salir de la habitación los dos se dirigieron hacia el jardín, donde no había demasiada gente.

"Hace fresquito, mi habitación en comparación es un horno" - dijo el hada con Pixie en sus manos

"Pixie..."

"Normal, con la ventana cerrada no entra el aire" - añadió el hechicero

"Pero podría entrar el alma de algún súbdito vengativo..."

"Permíteme que lo dude"

"Y aun así no quieres que duerma contigo" - le recriminó de manera infantil

"¿Qué decías del cementerio? ¿Qué aún sigue ahí?"

"¡No pases de largo!"

"¿Por qué no nos sentamos un rato en el césped?"

Los dos se apoyaron en un tronco, no había mucha gente por la zona. Algunos campeones nocturnos como Rengar se veían en la lejaní... e incluso una especie de cordero raro.

"Mañana he quedado con Tristana para hacer tarta de manzana" - dijo Lulu sonriendo mientras movía sus pies con felicidad

"Me alegro, creo que Rammus iba a dar una vuelta con el Poro"

"Por fin le das libertad a Rammus"

"¿Rammus? No, es por el Poro, no le conviene estar en un sitio tan cerrado"

"¿No prestas demasiada atención al Poro?"

"Podría estar alterado por la explosión de la mansión, quiero... que descanse..."

El Maestro del Mal dio un largo bostezo seguido de un crujir de sus dedos, denotando su cansancio.

"¿Estás cansado?"

"Ha sido un día bastante largo..."

Lulu no había caído antes, pero el hechicero había estado en rotatoria, por lo que le solicitaban más veces en la grieta. Eso sumado a sus asuntos como Emisario del Mal.

"Oye.... Veigi..."

"Que no me llames..."

"¿Pasa algo?"

"Lulu, mira allí"

Delante de ellos había un desfile entero de Meeps. Estos eran unos seres luminosos que acompañan al guardián de los cielos, Bardo.

Sin embargo de vez en cuando estos también se quedaban por los campos del instituto.

"Son Meeps..."

"Oh, que vista más bonita" - dijo la chica con los ojos brillantes

"Si... supongo..."

"Pixie, ¿no te parecen muy cucos?"

"Pixie..."

En ese momento Veigar pudo notar cómo la yordle le agarraba del guante y dejaba caer su cabeza sobre su hombro.

Ella estaba encantada con los Meeps y sus luces, aunque el mago disfrutaba más de la luz que ella emanaba y que siempre le acababa llegando.

Las Crónicas de VeigarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora