Capítulo 4

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Cuando terminé de arreglarme pase por la habitación de Silvia a ver como se había levantado toque a la puerta y me recibió ya arreglada.

Ana:

- Hombre Silvia pensaba que estarías todavía en la cama.

Silvia:

- Que va, si yo estoy hecha una chavala, me recupero enseguida.

Ana:

- Ya veo ya. Bueno bajamos a desayunar? Tengo una hambre que me muero.

Silvia:

- Claro me calzo y bajamos.

Me senté al lado suyo a esperar que terminara .

Silvia:

- Oye nena que ayer iba un poco borracha, pero no tanto como para no darme cuenta de tus bailecitos con Pablo.

Ana:

- Pero que dices tía, pues un baile normal tampoco fue...

Silvia:

- Aaaa, pero tendrás poca vergüenza Ana Morgade Pérez. Mentirme así a la cara, como si me fueras a engañar o algo.

Ana:

- Jajajajaja, bueno a lo mejor algo pegaditos si que bailamos.

Silvia:

- Nena que llevabais un calentón importante.

Ana:

- Bueno tampoco te pases.

Silvia:

- Vale lo que tú digas jajaja. Vamos a desayunar.

Dejamos la conversación a un lado, la verdad es que a Silvia no le podía mentir por mucho que quisiera. Cuando entramos en el comedor estaban todos los compañeros desayunando y quedaban libres nuestros dos sitios. Supongo que Pablo lo había hecho aposta porque el sitio de su lado estaba vacío. Silvia y yo cogimos nuestros desayunos y nos fuimos a la mesa.

(De camino a la mesa)

Silvia (susurrando):

- No corras Morgade que te dejo a su lado.

Ana:

- Que imbécil eres jajaja.

Nos fuimos riendo de camino a la mesa y nos sentamos a desayunar con nuestros compañeros.

Falete:

- Hombre aquí están la fiesteras de la edición, que lo disteis ayer todo chochos.

Edu:

- La Morgade sigue en forma, no veáis lo fiestera que era cuando estábamos en Buenafuente.

Ana:

- Si todavía tengo aguante jajaja.

Ruth:

- Y no veas cómo te meneas ehh nena que te miraban todos los chicos de la discoteca.

Pablo:

- Si que lo vimos, si. Como para no mirar.

Silvia:

- Si unos miraron más que otros. Dijo mirando a Pablo.

Le di un codazo en ese mismo instante, y en ese momento todos empezaron a reírse. Mierda. Todos se habían dado cuenta de lo que había pasado. Enseguida cambiaron de tema y nos pusimos a hablar y a reírnos. Estábamos en medio de una conversación cuando note que Pablo me tocaba la pierna para llamarme.

Pablo:

- Estas preciosa recién levantada.

Me sonroje al instante y pensé que si me veía guapa recién levantada ya me veria guapa de todas las manera, porque la verdad es que no tengo muy buen despertar.

Ana:

- Le dijo la sartén al cazo.

Pablo:

- Perdona? No nos puedes comparar. Yo no tengo esos ojazos. Ni puedo hacer magia con ellos como haces tú.

Iba a contestarle cuando Silvia me salvo, por asi decirlo porque seguro que iba a contestarle una cretinez como de costumbre.

Silvia:

- Ana cuenta la que liamos cuando nos fuimos de viaje a Mallorca.

Nos pusimos a contar anécdotas y toda la mesa se partía con lo que contábamos, la verdad es que la habíamos liado mucho en los viajes que hacíamos. Porque Silvia y yo tenemos una promesa que hasta día de hoy seguimos manteniendo y eso hace que nuestra amistad sigua intacta y se fortalezca con los años. Una vez al año hacemos un viaje las dos solas. Sin nadie más, para cuidarnos y mimarnos sin que nadie nos moleste y sin ninguna distracción, solo ella y yo.

Los ensayos terminaron y todos salimos juntos a la puerta a despedirnos. Entre risas y abrazos la gente se fue yendo cuando...

Pablo:

- Adiós preciosa. Ya estoy contando los horas para volver la semana que viene.

Ana:

- Adiós, no lo cuentes en horas, hazlo en días que se te hará más corto. Le dije guiñándole un ojo.

Fui a despedirme de Silvia que era la que me quedaba.

Ana:

- Bueno nena, hasta la semana que viene.

Silvia:

- Que? De eso nada tu hoy te vienes a casa a dormir y a estar con tu ahijada, que como se entere de q has venido y no has ido a verla se pilla el berrinche.

Ana:

- Ayyy sii. Que la echo mucho de menos.

Cuando llegamos a su casa deje las maletas en la entrada y enseguida escuche unos pasitos venir hacia mi corriendo mientras gritaba con esa voz tan dulce.

Joana:

- Tía Anaa.


Por fin,tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora