Capítulo 26.

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Seguía allí sentada encima de Pablo, diciéndole cuanto lo amaba, y mirando como sus ojos desprendían ese brillo, me encantaba verme reflejada en ellos.

Pablo:

- Yo también te amo princesa, como no te voy a amar si eres perfecta. No sé cómo he sido tan afortunado de que me eligieras.

Ana:

- Eso también podría decirlo yo.

Continué con los besos, sus labios me tenían enganchada, cogí su cara con mis manos y acariciaba esa barba de tres días que me volvía loca. El me tenía cogida de las caderas con las manos metidas debajo de mi vestido y me cogía el culo acercándome con fuerza a su cuerpo. Mientras tanto disfrutábamos de nuestros labios.

Pablo:

- Como sigas moviéndote así encima de mí vas a despertar a la bestia.

Ana:

- Esa es mi intención, además ella siempre responde a mi llamada. Dije mirando hacia abajo.

Pablo:

- Jajaja ya es un poder que tienes sobre ella, con nadie más se despierta tan rápido.

Ana:

- Es que la tengo dominada jajaja.

Seguimos a lo nuestro, Pablo me desabrocho la cremallera del vestido y suavemente se deshizo de él. Yo estaba en ropa interior encima de él disfrutando del momento.

Ana:

- Ehh que no estamos en igualdad de condiciones jaja.

Empecé a desabrocharle la camisa, lo hice suavemente, observando ese cuerpo tan perfecto que parecía esculpido por los dioses. Cuando se la quite empecé a repartir besos por su pecho. El se encargo de quitarse los pantalones, ahora si estábamos los dos empatados.

Nos quitamos la poca ropa que nos quedaba y en el sofá nos fundimos en uno solo. Cuando entro en mi lo mire mordiéndome el labio, dejando ver lo mucho que me hacia disfrutar y empecé a moverme hacia arriba y hacia abajo. Solo llevábamos así un par de minutos cuando...

Carmen:

- Hermanitooo... Te has dejado la cartera en cas... Jodeeeer... Lo siento... Lo siento... Perdón... Ya me voy.

Pablo:

- Joder Carmen...

Me baje enseguida de encima de él y me tape con una manta que había en el sofá, me quería morir en ese momento, no sabía dónde meterme, me había quedado paralizada. Su hermana salió enseguida del salón y se quedo en el pasillo. Pablo rápidamente se vistió y salió a ver que quería su hermana. Yo empecé a vestirme. Me quería morir, quería hacer un agujero en el suelo y no volver a salir de ahí nunca. No me creía lo que acababa de pasar. Al rato Pablo volvió con su cartera en la mano.

Pablo:

- Me había dejado la cartera en casa de mis padres.

Yo estaba en el sofá con las manos tapándome la cara. Pablo en ese momento exploto a reírse soltando una carcajada enorme.

Pablo:

- Jajajajajajajajajajajajajajajajajaja.

Ana:

- No te rías imbécil. Le dije golpeándole en el brazo.

Pablo:

- Es que ha sido buenísimos jajajajajajaja.

Por fin,tu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora